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El consejero bíblico


Fuera con la máscara

El testimonio de un ex homosexual

por John Paulk

Vestirme de mujer me dio la popularidad y la aceptación que tanto deseaba. Me sentía orgulloso de ser travesti. La habilidad de ser "hermosa" se convirtió en mi único interés en la vida.

Mis padres se divorciaron cuando yo tenía cinco años. Mi papá nos llevó a mi hermana y a mí a un parque, se arrodilló a nuestro lado, y nos dijo adiós. Fue un día trágico y un trauma que nunca olvidaré. Durante el resto de mi niñez viví con inseguridad continua, creyendo que la gente que yo amaba siempre me dejaría.
Con otros muchachos de mi edad me sentía terriblemente inseguro y distinto. Sencillamente no podía ser lo que ellos esperaban de mí, y en vista de que yo no era hábil para los deportes y era afeminado, me decían "marica", "maricón" y "mujercita".
Con mi amigo Jaime comenzamos a consumir bebidas alcohólicas a los 14 años. Desde el principio mi intención fue emborracharme, y es lo que hacía siempre. Bebía para aturdirme y entumecer el dolor interior, y eso proveía un escape temporario de mis sentimientos de odio hacia mí mismo y de ineptitud.
A los 15 años, una muchacha de la escuela me habló del Señor mientras un día estábamos hablando por teléfono. Yo creí todo lo que me dijo sobre la Biblia. Después de hablar con ella, me arrodillé y le pedí a Jesús que entrara en mi corazón. Luego busqué fervientemente al Señor, pero como nadie más en mi familia era creyente, me aparté luego de seis meses. Pasarían otros diez años para que yo nuevamente clamara a Dios pidiéndole ayuda.
Cuando estaba por terminar la secundaria, un amigo me llevó por primera vez a un bar de homosexuales. Un nuevo mundo se abría ante mis ojos. Toda la atención que recibí de otros hombres me resultó irresistible. ¡Me parecía estar en el cielo!
Pronto me enamoré de un muchacho llamado Curtis. Nuestra relación sexual pareció natural, me metí de cabeza en el estilo de vida homosexual y abandoné el sueño de mi infancia: tener una esposa e hijos.
Pero fue pasando el tiempo, y mi relación con Curtis comenzó a deteriorarse y hasta que luego de un año nos separamos. Una vez más había perdido a alguien que yo creí se quedaría conmigo para siempre. Nuestra ruptura fue tan difícil para mí que dejé los estudios y me mudé otra vez a casa de mi madre.
Empecé a beber más, y me sentía tan miserable que traté de quitarme la vida. El intento de suicidio falló, y para recuperarme busqué a un psicólogo homosexual ...

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