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El consejero bíblico


El poder del Evangelio

por Charles F. Stanley


Si alguien le preguntara: «¿Qué es el evangelio?», ¿qué le contestaría usted? ¿Sabría qué decir? Para poder dar una respuesta satisfactoria sería necesario que entendiéramos no sólo las verdades bíblicas en cuanto al evangelio, sino también lo que Cristo ha hecho en nuestra vida y cómo su poder actúa en nosotros.

Pablo quería ir a predicar el evangelio a los romanos y ver personas convirtiéndose a Cristo y siendo transformadas (Ro. 1:13). Luego, en los versículos 14-17 del mismo capítulo el apóstol afirma: (14) A griegos y a no griegos, a sabios y a no sabios soy deudor. (15) Así que, en cuanto a mí, pronto estoy para anunciaros el evangelio también a vosotros que estáis en Roma: (16) Porque no me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree; al judío primeramente, y también al griego. (17) Porque en el evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe, como está escrito: Mas el justo por la fe vivirá.

Pablo nunca pudo olvidar la experiencia que tuvo camino a Damasco. Recordemos que iba rumbo a Damasco con la autoridad de arrestar a todos los creyentes que pudiera encontrar. Para Saulo de Tarso, la muerte era algo que los cristianos merecían porque, según él, contradecían su religión y todo lo que él creía. Pero antes de llegar a Damasco, una luz le rodeó, le cegó, y él cayó a tierra. Luego oyó la voz del Señor que le decía: «Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?». Y leemos cómo Dios transformó la vida de Pablo, le devolvió la vista, fue bautizado, fue lleno del Espíritu Santo, y comenzó a predicar el evangelio y a dar testimonio de su fe. Claro, en ese entonces su conocimiento teológico era muy limitado, pero había algo que él sí sabía, y lo anunciaba diciendo: «Este Jesucristo es el Hijo de Dios».

Creo que una de las razones por las que no testificamos como debiéramos hacerlo, es porque no estamos convencidos del poder del evangelio. Si en realidad creyéramos en el poder del evangelio, no vacilaríamos en confrontar a los demás con la verdad del evangelio de Jesucristo, porque estaríamos plenamente convencidos de que el evangelio tiene el poder de transformar vidas. El apóstol Pablo sabía muy bien que este mensaje tenía el poder para cambiar la vida de cualquier persona, y él era prueba viviente de ello.

El evangelio es la buena nueva acerca del sacrificio completo que Cristo, con su muerte, ofreció por el pecado de la humanidad. ...

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