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El consejero bíblico


Abuso doméstico: ayudando a la víctima

por Dr. Eduardo T. Welch

Jehová será refugio del pobre, refugio para el tiempo de angustia (Salmo 9:9).
Aún en la iglesia hay matrimonios que en público parecen estar en paz pero, sin embargo, estar en guerra. Se atacan, defienden terreno, usan tácticas manipuladoras como si fueran guerrilleros y declaran treguas temporarias. Aunque cuando se ha declarado la guerra hay pecado por ambas partes, generalmente en las guerras matrimoniales violentas un hombre fuerte oprime a una mujer. Por la gracia de Dios estas mujeres afligidas comenzarán a buscar ayuda en la iglesia. Cuando lo hacen, ¿cuáles son algunos parámetros bíblicos básicos que guiarán su ministerio a tales mujeres?
Debe oír el llanto del oprimido.
La víctima debe ser oída. Como imitador de Cristo, usted comienza escuchando el llamado del afligido (Salmo 10:17; 22:24). Esto es evidente. No puede haber otro punto de partida. Pero escuchar es más que simplemente recaudar información o dar un primer paso superficial. En primer lugar, nuestro Señor alienta el llanto del oprimido. La cantidad de salmos en los cuales el autor clama a Dios pidiendo protección lo demuestra. Servimos a un Dios amoroso que nunca se cansa de escuchar y socorrer a los necesitados. Dios es el juez justo que oye la injusticia y odia la opresión, pero es más que un juez. Él, en su amor perfecto, se acerca a su pueblo oprimido. Dios es el Oidor y Pastor compasivo que escucha al débil.
Muchas víctimas de la violencia se resisten a hablar abiertamente. Temen que su franqueza cause represalias por parte del abusador. Aunque no son responsables por la violencia que han sufrido, pueden sentirse avergonzadas de haber contribuido a la guerra. A veces consideran que sus problemas no son dignos de la atención de un pastor o una amiga, o se sienten avergonzadas de desagradar tanto a sus maridos que ellos acuden a la violencia.
Algunas son reacias a hablar porque algunos pastores tienden a decir enseguida «Perdone y olvide». En otras palabras, en cuanto el abusador pide perdón, la víctima es responsable de perdonar y nunca más hablar del asunto. Esta idea de olvidar el pecado inmediatamente es cuestionable. Hacer de este «perdonar y olvidar» el consejo bíblico principal es dejar a las mujeres sintiéndose como si ahora ellas fueran las culpables porque no pueden dejar de sacar el tema. A la luz de estas enseñanzas y tendencias, es imposible enfatizar demasiado la importancia de escuchar a la mujer afligida. Comenzamos ...

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