El gran problema de la raza humana es el problema del pecado. Si quiere llegar a ser un verdadero Cristiano no basta con reconocer que Dios es amor, además uno tiene que aceptar que el problema es el pecado.
En primer lugar, la Biblia enseña que el problema es que todos han pecado y están lejos de la presencia salvadora de Dios; todos hemos pecado. Asimismo, ese hecho nos mantiene alejados de la presencia de Dios. Romanos 3:23 dice: «Pues todos hemos pecado; nadie puede alcanzar la meta gloriosa establecida por Dios» (NTV).
En el idioma griego del Nuevo Testamento, el significado básico de la palabra pecado es «errar el blanco». El blanco de la vida cristiana es ser perfecto como nuestro Padre Celestial (Mateo 5:48), pero todos erramos y consecuentemente estamos lejos de su presencia salvadora.
Romanos 6:23 dice: « Pues la paga que deja el pecado es la muerte, pero el regalo que Dios da es la vida eterna por medio de Cristo Jesús nuestro Señor» (NTV). El pecado produce la muerte física, la muerte espiritual que nos separa de Dios, como dice el poeta colombiano Antonio Muñoz Feijoo: «Muertos son los que tienen muerta el alma y viven todavía». También está la muerte eterna (Hechos 20:26), que es la separación del alma de Dios, lo que la Biblia lo llama infierno (Lucas 12:5). Allí está el dolor, la vergüenza y el sufrimiento que, en mi opinión, es la mera memoria, se decir recordar sus pecados contra Dios y contra los seres humanos.
En tercer lugar, debe entender y hacerle entender a sus pares, que Dios resolvió el problema del pecado, él nos amó siendo aún pecadores. En Romanos 5:8 dice: «Dios muestra su amor para con nosotros en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros».
Cuando Cristo murió por nuestros pecados en la cruz resolvió el problema del pecado (1 Corintios 15:3), dice en Romanos 5:6 dice: « Cuando éramos totalmente incapaces de salvarnos, Cristo vino en el momento preciso y murió por nosotros, pecadores» ...