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Disciplinas libertadoras


Recibiendo Respuesta a la Oración / Continuación

... haga por ti?" Jesús quería que este hombre le pidiera lo que deseaba. Dios anhela derramar sus bendiciones--sólo tenemos que pedirle.

El ciego, entonces, fue directo en su pedido. "Señor, quiero ver." El no anduvo con rodeos como a veces hacemos nosotros. Tratamos de convencer y hasta de forzar a Dios con nuestros pedidos largos y detallados, y nuestras explicaciones. Lo que necesitamos es cortar todo el palabrerío y ser directos en lo que le pedimos. Eso es lo que llena de poder y de fuego celestial nuestras oraciones.

En tercer lugar, debemos confesar el pecado. El salmista escribió: "El no me habría escuchado si yo no hubiera confesado mis pecados" (Salmo 66:18 BD). El pecado ahoga las llamas de la oración. El pecado inconfeso extingue más oraciones de lo que imaginamos.

El Rey Saúl se angustió cuando al final de su vida se dio cuenta de que Dios no respondía sus oraciones (1 Samuel 28:6). Saúl había permitido que el pecado no confesado levantara una pared entre él y el Señor. ¿Hay algo entre usted y Dios? Si lo hay, confiese sus pecados y experimente otra vez en su vida la renovación de Dios en acción.

Muchos predicadores y evangelistas ungidos por Dios iniciaron sus campañas de evangelización instando al pueblo de Dios a orar. El fuego del avivamiento que hemos visto y estamos viendo en tantas ciudades no es encendido sólo por los predicadores. Es encendido por las oraciones de los cristianos que creen en Dios, confiesan sus pecados y ofrecen a Dios oraciones que El se deleita en contestar.

Lo insto a hacer su parte desde este día, y a recibir respuestas concretas del Señor. Comience a orar la clase de oración que El se deleita en responder.

Luis Palau