... felicidad y libertad de la angustia, la ansiedad, la depresión? ¡A la Palabra de Dios! «Fueron halladas tus palabras, y yo las comí; y tu palabra me fue por gozo y por alegría de mi corazón; porque tu nombre se invocó sobre mí, oh Jehová, Dios de los ejércitos» (Jer. 15:16). Aquí Jeremías explica que él encontró gozo y alegría «comiendo» la Palabra de Dios. Tengamos en cuenta que el profeta era un hombre que podía hablar del sufrimiento, porque nació para sufrir y así cumplir su ministerio. Sin embargo, encontró la calma y la paz de su corazón, la alegría y el gozo de su vida en la irreemplazable Palabra de Dios, que es viva y eficaz (He. 4:12). Por lo tanto, ¿necesitamos nosotros visiones o experiencias sobrenaturales, hablar con los ángeles, practicar yoga, meditación transcendental, visualización o sicología a fin de completar nuestro gozo? Jeremías no lo necesitó ni lo practicó; él fue directamente a la Palabra de Dios y allí encontró gozo, alegría, paz y satisfacción. La Escritura es suficiente, en contraposición a cualquier fuente humana donde no hallaremos satisfacción.
4. El precepto de Jehová. Precepto es otro término utilizado para hacer referencia a la Escritura, y significa mandato, orden, regla que el superior hace observar al subalterno. Preceptos son instrucciones y reglas divinas. Aquí surge la característica de autoridad de la Palabra de Dios. La Escritura, entonces, no es una compilación de sugerencias de posibles alternativas que Dios presenta al ser humano. No; la ley de Jehová es un precepto, algo que tiene autoridad, una orden, una regla, algo que vincula y compromete. Por ejemplo, la Biblia dice «maridos amad a vuestra mujeres» (Ef. 5:25). El precepto encierra lo que Dios quiere del hombre. El que obedece recibe bendición; para el que desobedece hay juicio.
Este precepto es puro. Esta palabra tiene una connotación diferente de la que solemos darle hoy. Puro significa claro, fácil de ver, como la luz de una lámpara. En Pr. 6:23 leemos que «el mandamiento es lámpara y la enseñanza es luz». Este precepto es puro, claro como la luz del sol. Si la Palabra de Dios es pura como el sol, ¿dónde se ha visto un rayo de sol corrompido? Y ¿dónde un poco de luz que se esté echando a perder? Es imposible. Un rayo de luz es capaz de penetrar ambientes infectados de corrupción y las profundidades más desagradables; entra puro, pasa por el lugar y sale puro. Esa es la pureza de la Palabra de Dios.
Existen pasajes ...