... común en el corazón. Las personas que aprenden a arrepentirse de la queja, y por ende cultivan la gratitud y la satisfacción en Cristo, casi no tendrán necesidad de arrepentirse de la agresión y el maltrato.
3. Presénteles al verdadero Cristo vivo. Jesús abunda en compasión mas su ira es terrible. Las personas violentas necesitan conocer el amor de Cristo. Si bien merecen la ira de Dios, El en cambio entregó al Cordero. Jesús amó a los pecadores, a los impíos, a los malos, a los débiles, a los enemigos de Dios. El murió para que los que viven ya no vivan para sí mismos. Dios ofrece gratuitamente gracia y sabiduría de lo alto (Stg. 1:5, 1:17, 3:17, 4:6 y 4:10). La gracia eficaz y correctora se encuentra a disposición de todos aquellos que la necesiten. Pero es preciso que las personas violentas aprendan a temer la ira del Señor. El es celoso y santo (Stg. 4:5 y 4:12). Una persona que comete un acto de violencia vive sin temor del Señor; actúa y reacciona como si Dios no existiera. Mas en verdad, «todas las cosas están desnudas y abiertas a los ojos de aquél a quien tenemos que dar cuenta» (He. 4:13). Comenzar a vivir transparente significa a llevar una vida sin la privacidad de la que depende la violencia.
4. Lleve a la persona violenta a un arrepentimiento centrado en Dios (Stg. 4:6-10). Lo más importante son los cambios internos. Compare el «arrepentimiento» manifestado por la persona con el verdadero arrepentimiento. Los salmos 50 y 51 permiten diferenciar un arrepentimiento centrado en Dios de uno que no lo es. Conocer al Cristo del evangelio significa reordenar todo el ser interior de manera que el pecado ya no triunfe en la vida. No se conforme con menos. Los que buscan, encuentran; los que creen, reciben el Espíritu Santo. La pregunta es: ¿Cómo saber que ha habido un verdadero arrepentimiento? Usted se dará cuenta. El tiempo siempre se encarga de confirmar la legitimidad de las cosas. Usted observará cambios radicales en las relaciones de estas personas, primeramente con Dios y luego con los demás.
5. Ayude a los creyentes arrepentidos a asimilar las alternativas prácticas, pacíficas y afectuosas de las que puede hacer uso en lugar de manipular, culpar al otro, intimidarlo y recurrir a la violencia (Stg. 3:13, 3:17-18). Las personas son capaces de aprender a escuchar, a preguntar, a pedir perdón, a detenerse y tomarse un tiempo, a pedir ayuda, a demorar la toma de decisiones, a ser dadivosos: todas acciones fruto de la ...