... pastor y la que será su esposa. No podemos negar que existen pastores que contraen matrimonio con mujeres que no tienen la menor idea de lo que es el pastorado: las constantes demandas sobre el tiempo y atención del pastor, las ausencias de éste a la vida del hogar, etc. Constantemente me encuentro con parejas en el pastorado que están enfrentando crisis serias en el matrimonio. ¿La razón? Falta de comprensión de la esposa para con el ministerio pastoral de su esposo.
Mi padre fue un evangelista itinerante, dinámico y elocuente. Vivía por fe. Caminaba en mula por todo el norte de México predicando el evangelio y plantando iglesias. Conoció a mi madre al predicar en una iglesia en la ciudad de Monterrey. Allí se enamoraron y se casaron. El problema era que mi madre venía de una familia muy adinerada, y había gozado de grandes comodidades en su hogar. Mi padre la llevó a vivir a un pueblito, en un rancho con piso de tierra, donde tenía que sacar agua de un pozo profundo y hacer su propia limpieza además de aprender a cocinar con carbón o leña.
Mi padre viajaba y su ausentaba durante semanas enteras. Para colmo, no traía dinero al hogar sino ofrendas consistentes en papas, pan, arroz o frijoles.
Por fin, un día mi madre al ver salir de viaje de nuevo a mi padre, decidió tomar las riendas de aquella tormentosa situación. Sin ayuda de libros ni psicología, cerró las puertas de su choza, se puso de rodillas y llorando le dijo a Dios: «No entiendo cómo permitiste que me casara con este hombre. No me levantaré de aquí hasta que no me des el mismo llamamiento. Los dos estamos en diferentes canales. Mi esposo tiene tu llamado. Yo no lo entiendo. Hazme entender el llamamiento al pastorado de mi esposo». Su oración, basada en el Salmo 119:27,33,73, tuvo respuesta tres días después, cuando Dios le confirmó a ella el llamamiento al ministerio cristiano.
Dios usó a mi madre para plantar 27 iglesias en diferentes pueblos donde vivieron. Mis padres tuvieron 7 hijos, todos dedicados al ministerio cristiano: pastores, evangelistas, líderes. Yo fui la única mujer y Dios me dio a mí un llamamiento personal e inconfundible al ministerio cristiano y el gran privilegio de estar casada con un siervo de Dios.
El hecho de que esa mujer ?mi madre? en oración comprendiera el llamamiento de Dios a la vida de su esposo, hizo la gran diferencia en varias generaciones, pues siguiendo su ejemplo nuestros tres hijos y varios de los hijos de mis ...