... dice que fuimos nosotros quienes en primer lugar elegimos nuestras adicciones, y que recién entonces nuestras adicciones nos eligieron a nosotros.
Es algo así como un matrimonio con problemas. Nos casamos con muchas esperanzas y expectativas. Nos gustaba la manera en que nos sentíamos cuando estábamos con nuestro «compañero» (el alcohol). Pero entonces, una vez que realmente estamos «casados» descubrimos más sobre su lado negativo. El precio a pagar por los sentimientos agradables fue más de lo que anticipamos. Pero para entonces ya estábamos comprometidos a un estilo de vida, estábamos atascados. Ya no resultó fácil dejar a nuestro compañero. Y además, todavía había momentos cuando nos sentíamos muy bien... Íbamos a extrañar esos momentos, los momentos que nos permitían olvidar todos los otros momentos en que nuestro compañero arruinó todo. Y es así que el adicto viene y va, como un cónyuge que está en una mala relación matrimonial, y permanece unido a la sustancia adictiva y trata de hacer funcionar esa relación. Hay días en que la relación es mala, pero hay otros en que no tanto.
Hemos visto aquí que en el abuso del alcohol hay una lógica mediocre: nos encanta beber y nos encantan las sensaciones que produce. Nos gusta tanto que no estamos dispuestos a hacer lo necesario para quitar eso de nuestra vida, a pesar del impacto que tiene en nuestras relaciones y en nuestros compromisos y obligaciones. Tal vez tengamos momentos de duda en que nos sintamos ambivalentes, pero en realidad recurrimos a las sustancias que producen adicción porque queremos recurrir a ellas. Nos gustan demasiado, y no nos preocupan tanto las razones por las que deberíamos cambiar.
[Mi esposa] me dijo que yo iba a tener que elegir entre la cocaína y ella. Antes de que ella terminara de hablar, yo ya sabía lo que ella iba a decir, de manera que le advertí que pensara con cuidado antes de hablar. Para mí resultaba claro que no era cuestión de elegir. Amo a mi esposa, pero no voy a elegir nada antes que la cocaína. Es horrible, pero a ese extremo han llegado las cosas. Nada ni nadie es más importante que mi cocaína.
¿No diría usted que este hombre amaba su cocaína? ¿Que sus deseos lo controlaban? ¿Acaso esto no es más que decir que tenía una enfermedad subyacente? Él eligió la cocaína. Es como el hombre que ama a su amante y deja a su esposa. ¿Tiene tal persona una adicción sexual genética que lo controla? Decir que sí sería tratar al adúltero como un animal que se ...