... en la Biblia que son un poco difíciles de entender, pero no son confusos. Las cosas de este mundo sí son confusas, oscuras, dudosas, contradictorias... Todos los días nos enfrentamos con decisiones sobre lo que no conocemos, pero la Palabra de Dios las clasifica, las ordena, las coloca en su verdadera perspectiva. Es la Palabra de Dios, entonces, la que nos declara lo que es bueno y lo que es malo, lo que es recto y lo que es torcido, lo que debemos hacer y lo que no debemos hacer.
El beneficio es que alumbra los ojos. Los preceptos de Dios iluminan al hombre de una manera triple: en su relación con Dios, con sus semejantes y consigo mismo. ¿Por qué? Porque la oscuridad del alma produce inseguridad, tristeza, y perplejidad. Cuando un hombre está ciego, anda a tientas; eso le produce inseguridad en su vida; tristeza porque no puede ver; perplejidad porque siente cosas que no puede detectar. La pureza de los preceptos del Señor da como resultado luz en el alma en lugar de las tinieblas del pecado. El Apóstol Juan dice: «Pero si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado» (1 Jn. 1:7). Aquí vemos la relación entre luz y pureza. Cuando un hombre se somete a la luz de Dios, habrá pureza en su vida. La Palabra de Dios es un precepto puro que alumbra los ojos. No necesitamos ir a otra fuente porque Dios ha dejado en estos 66 libros, que forman su Palabra, todo lo que el hombre necesita para hoy y siempre.
5. El temor de Jehová. Es interesante notar que todos los otros calificativos o títulos de las Escrituras --como la ley, el testimonio, los mandamientos, el precepto y los juicios-- son externos al hombre. Pero cuando habla aquí del temor de Jehová, parece ser algo más bien interno y subjetivo. Nunca cuando en las Escrituras se habla del temor a Jehová se habla de miedo, sino de la sana reverencia o respeto que el hombre debe a Dios. Y en ese sentido es que nosotros podemos temer y amar a Dios al mismo tiempo. Es una reverencia afectuosa con la que el hijo de Dios se somete cuidadosa y humildemente a la ley de su Padre. El temor de Jehová es no querer hacer ni decidir nada que vaya a ofender el nombre de Dios. Es la perspectiva de una persona que, debido a su propia debilidad y tentaciones, ve el peligro de una posible caída y teme pues no quiere pecar contra Dios (Sal. 119:11).
En el Antiguo Testamento también leemos: «Y lo tendrá consigo, ...