... tratemos y no lo logremos por nuestras propias fuerzas, más seremos incentivados--por El mismo--a buscar el control completo del Espíritu Santo. Me permito aquí agregar una sugerencia de lectura; no conozco nada más simple y objetivo que el precioso librito de Roy Hession Sed llenos ahora (C.L.C.).
¿Podemos resistir al enemigo? Por la gracia de Dios, y en el poder del Espíritu Santo, podemos y lo haremos. Pero no es tarea fácil: es una tarea ardua, costosa, que requiere paciencia, determinación y perseverancia. Pero sólo pensar en oír de Jesús aquellas palabras de bendición eterna, ya es motivación para comenzar: «Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor» (Mt. 25:21).
¿Tendrá el enemigo de nuestras almas más poder del que imaginamos? ¿Hasta qué punto es su poder «fatal» para nosotros? ¿Tenemos esperanza de victoria?
El trasfondo de la «guerra»
La confrontación entre Dios y el diablo existe, es una realidad, y hay algunos factores que conocemos de los que podemos sacar lecciones y provecho: después de concluida la Creación, uno de los ángeles de más alto rango se volvió tan orgulloso por su inteligencia y poderes que se engañó al punto de pensar que podría derribar a Dios de su reinar soberano (2 Ti. 3:6; Is. 14:12 14; Ez. 28:11 17). Soñaba con establecer su propio reino para guerrear y, eventualmente destruir el reino de Dios. A pesar de sus planes osadísimos, jamás pasó de ser una criatura de Dios. En ese aspecto la filosofía bíblica de la historia difiere radicalmente de los sistemas religiosos y filosóficos que pintan un conflicto entre dos dioses iguales, uno bueno y uno malo--punto de vista conocido como dualismo. Dios, de hecho, pudo haber aplastado la rebelión de Satanás desde su inicio; sin embargo, de manera soberana (y con propósitos escatológicos que aquí no nos cabe abordar), escogió no hacerlo.
Además de los seres angelicales (tipo de criatura a la que el diablo perteneció antes de su caída), Dios creó también al ser humano, el otro tipo de súbdito de su reino, con la expresa tarea de administrar el reino de Dios aquí en la tierra, con poderes sobre todos los seres vivientes (Gn. 1: 26 28; Sal. 8:3 9). Y con la creación de la primera pareja, el reino universal de Dios era una realidad, y todo «era bueno» por el patrón perfecto de valuación de Dios (Gn. 1:31).
Pero con la caída del ángel de alto rango, el ahora archienemigo ...