... Pablo dice: «Toma a Marcos y tráele contigo, porque me es útil para el ministerio». (Ver también Col. 4:10-11 y Flm. 24).
El NT también se relatan otros problemas entre líderes. Según Gá. 2:11-14 en Antioquía hubo un conflicto entre Pablo y Pedro por distintos criterios en cuanto a la actitud a seguir con los gentiles y con los cristianos judaizantes. Sin duda este conflicto fue superado con buen espíritu, habiendo sido protagonizado por dos apóstoles de la talla de Pedro y Pablo. El arreglo fue inmediato, aclarando las cosas con toda transparencia. Pedro fue reprendido públicamente, «delante de todos», por Pablo. Pero el apóstol Pedro calló, y no intentó defenderse con una discusión poco edificante. Reaccionó con humildad, ¡qué buen ejemplo! Años más tarde Pedro se refirió afectuosamente «a nuestro amado hermano Pablo, según la sabiduría que le ha sido dada» (2 P. 3:15-16). Como todos podemos observar, estas discusiones a nivel apostólico se manejaban con amor, con humildad, con el buen deseo de no hacer daño a ninguna congregación. Es un excelente modelo para nosotros hoy.
Es natural que entre los líderes haya diferencias de opinión que produzcan conflictos. Tal fue el caso de Pablo y Bernabé. Un escritor señala que Bernabé tenia «un corazón bondadoso» y Pablo «una mente lógica». Pero eso no significa que Pablo no fue también bondadoso. Cada uno de ellos tenía su propia manera de pensar y ambos querían hacer la voluntad de Dios. Ellos descubrieron que no siempre Dios quiere que todos hagan la misma cosa. Muchas veces Dios quiere que hagamos cosas diferentes (1 Co.12:4-6).
Los problemas serios se presentan cuando dos líderes se enfrentan para imponer su propio criterio creando una típica lucha de poderes, es decir, utilizando sus influencias humanas o sus recursos carnales. Pienso que ése fue el caso de Evodia y Síntique (Fil. 4:2-3), dos mujeres que, después de haber servido eficazmente al Señor junto a Pablo, protagonizaron un delicado conflicto entre ellas. La exhortación a que sean «de un mismo sentir en el Señor» no implicaba necesariamente que ambas debían trabajar en el mismo tipo de ministerio, sino que ambas debían regocijarse en el servicio a la causa de Cristo y abandonar sus actitudes de recíproca hostilidad. Aunque los versículos siguientes se dirigen a toda la iglesia, son de especial aplicación al caso de estas dos mujeres que, evidentemente, estaban enfrentadas por razones carnales. Por eso es de especial aplicación ...