... sufrimiento revelado en los Salmos, halla su expresión mayor en que Jesús se hizo pecado por nosotros.
Estos pasajes pueden presentar el tema de que hay algo más profundo que nuestro sufrimiento. Para ser específicos, los sufrimientos de Cristo son más profundos que los nuestros. Dios no promete eliminar el sufrimiento, pero al hacer notar su propio sufrimiento nos recuerda que no vivimos ante un Dios insensible que está distante de sus criaturas. Sus palabras deben tener credibilidad para quienes sufren porque provienen de la familiaridad que tiene con el dolor, y tanto su comprensión como su amor son innegables. Al vislumbrar esto los aconsejados, que empezaron vacilantes, ahora pueden estar más dispuestos a oír lo que dice Dios.
Por otra parte, Dios sorprende a quienes sufren al decir: ?Tú me perteneces. Yo soy tu Dios.? El sufrimiento aísla. Quienes están afectados a menudo sienten que deben de ser parias por haber experimentado semejante trato. Se sienten avergonzados y rechazados. Las víctimas a menudo sienten como si estuvieran atrapadas detrás de gruesas e impenetrables paredes que los separan del resto del mundo. Jesús atraviesa esas paredes y asegura a quienes sufren que ellos son parte de la familia de Dios (1 Jn.3, Lc.15).
Ellos son hijos que le pertenecen, y Jesús los escucha y los comprende. Él se compadece (He.4:15), es pastor del que está herido y del que cojea, y hasta lleva en sus brazos a los débiles y lastimados (Sal.23, Jer.23, Ez.34, Jn.10). Él promete que nunca ha de abandonarnos (He.13:5) y nos asegura que nada puede separarnos de su amor (Ro.8:38,39). La promesa de Dios de estar con nosotros es la solución máxima para el sufrimiento (Ap.21:3,4).
Otra característica del amor de Dios está expresada en la infalible promesa divina de que Él reinará con justicia, y de que la injusticia y la opresión lo provocan a ira (Is.1). Él obra en favor de su pueblo y promete que al final habrá justicia contra sus enemigos (Ro.12:19).
Las preguntas ?¿por qué a mí?? y ?¿por qué Dios no lo impidió?? tal vez puedan estar rugiendo todavía. Pero cuando usted maravilla a quienes sufren con el sufrimiento de Dios y con su gracia, muchos comenzarán a oír la voz de Dios por encima de la frecuente repetición de sus propias preguntas. El peso del sufrimiento tal vez aún esté presente; pero como consejero, usted está empezando a señalar el camino a la máxima respuesta al problema del sufrimiento: ?confía en mí? es el ruego divino ...