... mencionado repetidas veces. El verdadero discernimiento requiere el estudio diligente de la Palabra de Dios. Nadie puede verdaderamente tener discernimiento sin comprender la Palabra de Dios. Todo el deseo del mundo no le puede dar discernimiento si usted no estudia las Escrituras. La oración por el discernimiento no es suficiente. La obediencia por sí misma no será suficiente. Tampoco serán suficientes los ejemplos humanos que Dios le da. Aun el Espíritu Santo no le dará discernimiento aparte de Su Palabra.
El discernimiento florece solamente en un ambiente de estudio bíblico y enseñanza. Cuando Pablo se estaba despidiendo de los ancianos de Éfeso, les advirtió sobre las influencias devastadoras que los amenazarían en su ausencia (Hechos 20:28-31). Les alentó a estar en guardia, alerta (vv 28, 31). ¿Cómo? Solamente la Palabra de Dios: «Y ahora, hermanos, os encomiendo a Dios, y a la palabra de su gracia, la cual es poderosa para sobreedificaros y daros herencia con todos los santificados» (Hechos 20:32).
Examinemos 2 Timoteo 2:15 con cuidado: «Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que usa bien la palabra de verdad». Primero, sugiere que la persona con discernimiento podrá distinguir entre la Palabra de Verdad y las «profanas y vanas palabrerías» mencionadas en el versículo 16. La tarea de separar la Palabra de Dios de la tontería humana es realmente un gran desafío para muchos hoy día. Tome nota de las crecientes cantidades de libros «cristianos» que promueven puntos de vista extraños. Debemos descartar tal falta de sensatez y dedicarnos a la Palabra de Dios. Tenemos que poder distinguir entre la verdad y el error.
Pablo dice que este obrero aprobado «no tiene de qué avergonzarse» (2 Timoteo 2:15). La palabra «avergonzarse» es muy importante. Lo que Pablo sugiere en este pasaje es que nos avergonzaremos delante de Dios mismo si manejamos la Palabra de Dios sin discernimiento. Si no podemos distinguir entre la verdad y las vanas palabrerías, si no podemos identificar y responder a los maestros falsos, o si no podemos manejar la verdad de Dios con habilidad y comprensión, deberíamos estar avergonzados.
Y si podemos usar bien la palabra de verdad, entonces debemos estudiarla con gran diligencia. No hay atajos. Solamente a medida que conocemos bien la Palabra de Dios somos «perfectos, preparados para toda buena obra» (2 Timoteo 3:17). Ésa es la esencia del discernimiento.
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