... reunión especial.
¿Cuántos hogares se visitaron? ¿Cuál fue la respuesta espiritual de la congregación? ¿Cómo podría hacerse el seguimiento? Quizás se podrían movilizar dos o tres equipos para visitar a los «invitados». ¿Y las conversiones? ¿Cuántos dieron testimonio de su fe? ¿Cómo van a ser pastoreados? ¿Cómo debería toda la iglesia aprovechar la situación creada tras los nueve días de reuniones especiales? ¿Qué dones y capacidades se han detectado y en qué miembros? ¿Cómo podrían desarrollarse más?
Por supuesto, sería de mucha utilidad que los resultados se recopilaran y pusieran a disposición del siguiente equipo que tuviera que planear una campaña de evangelización. Así, el nuevo comité podría usar lo que sus predecesores habían descubierto. En su libro «Managing Our Work» (Administrando Nuestro Trabajo), el Dr. John Alexander hace este acertado comentario:
«Si queremos que nuestros compañeros se sientan miembros de un mismo equipo, uno de los indicadores de que nuestras comunidades gozan de buena salud será nuestra tendencia a usar los pronombres nosotros y nuestros ?en lugar de vosotros, vuestros, ellos y suyo- al referirnos a la organización. Una señal de peligro se enciende cuando un compañero utiliza el plural vosotros y ellos en lugar de nosotros y nuestro» (Alexander 1975:65-66).
Trabajar juntos debe ser una demostración de que nos pertenecemos unos a otros y de nuestro mutuo compromiso de servir al mismo Señor. Esto producirá solidaridad y compañerismo.
Tomado de la revista Andamio. usando con permiso.