Artículos

El consejero bíblico


¿Le estoy abriendo la puerta al diablo? / Continuación

... están profundizando su relación. Es lógico que se admiren, se vayan conociendo mejor, y comience una amistad íntima. Combinando este principio con el énfasis de hoy en las relaciones sexuales, terminamos con una situación explosiva y peligrosa. Es campo fértil para el tentador.
Cuando se está orientando a una mujer que tiene problemas matrimoniales, el consejero parece el esposo perfecto, padre y amante perfecto; y ella imagina que él es todo lo que le falta en su vida. Es más, el consejero como siervo de Dios siente simpatía por la mujer y se le cruza por la mente que él mismo podría contentarla si sólo tuviera la oportunidad. Es un momento oportuno para el «destructor» cuyo objetivo, sin duda, es destruir los matrimonios de los líderes cristianos.
¿Cómo, entonces, se puede guardar el corazón no dando lugar al enemigo y además continuando el ministerio de consejería bíblica?
a) Que las mujeres aconsejen a las mujeres y que los varones aconsejen a los varones. Es hora de entrenar a mujeres santas, reverentes en su conducta, y no calumniadoras ni adictas al mucho vino. Deben enseñar lo bueno y aconsejar a las jóvenes (Tit. 2:3) para orientar a las mujeres con problemas.
b) Que el cristiano tenga la seguridad de estar aconsejando con la Biblia. Cuando la base es la Escritura no es necesario pasar tantas horas para resolver los problemas. El padre de mentiras tuerce el carácter de Dios, la Palabra de Dios y los hechos de Dios. Lo que el aconsejado necesita es conocer y aceptar la verdad de Dios.
c) Valerse de grupos de apoyo para solucionar problemas. La Biblia indica que parte del ministerio de la iglesia es orientarnos, aconsejarnos, animarnos, exhortarnos, amonestarnos unos a otros (Ro. 15:1,14; Gá. 6:2; He. 10:24-25). El tentador sabe que la verdadera comunión cristiana es un antídoto para sus maquinaciones.
d) Que cada consejero forme parte de un grupo que se reúna semanalmente y allí dé razón de sus acciones. La idea es cortar por lo sano cualquier problema antes que tenga la oportunidad de florecer y dar lugar a Satanás.


Tomado con permiso del libro ¿Estás preparado para la guerra espiritual? por Jaime Mirón