... La palabra utilizada en el original griego y que es traducida con la expresión «contender ardientemente» comparte su raíz con la palabra que en español traducimos como «agonía». No hay dudas: se trata de una cuestión de vida o muerte.
La fe a la que Judas hace alusión no es en este caso la fe que nosotros tenemos en Dios sino que el apóstol está haciendo referencia a la doctrina cristiana, esto es: la enseñanza del Señor Jesucristo, y la forma de vida que deriva de esa enseñanza. Esa lucha no se limita a una cuestión puramente teórica sino que es algo práctico y dinámico.
Contender por la fe no significa ?de ningún modo- adoptar una postura legalista que siempre está tratando de detectar lo negativo sino que por el contrario la mejor forma de defender la fe consiste en vivirla y proclamarla llenos del gozo del Señor.
Una vez y para siempre.
La revelación de Dios (conforme al primer capítulo del libro de Hebreos), es progresiva. La revelación del Antiguo Testamento aunque correcta debía ser completada. En Jesucristo la revelación de Dios alcanzó su coronación.
Judas lo recalca diciendo que esa fe nos ha sido entregada «de una vez y para siempre». No existe ninguna posibilidad de admitir como verdadera ninguna «revelación» o palabra profética que contradiga explícita o implícitamente las Escrituras.
Hace años atrás, junto a mi esposa Silvia, pude escuchar de la propia boca de la dolida ex-esposa de un pastor acerca de cómo éste decidió abandonarla luego de recibir una supuesta «palabra profética» en la cual se lo instaba a dejar a su esposa y «casarse» con una joven de la congregación que, según la «profecía» en cuestión, sería una compañera mucho mas idónea para el ministerio. El pastor cometió adulterio y la congregación se dividió en un patético ejemplo del resultado que produce el escuchar la mentira, en este caso camuflada como profecía.
Es muy importante notar el hecho (y Judas lo recalca en su carta) de que el ataque de estos falsos maestros y de sus destructivas doctrinas se produce desde adentro mismo de la iglesia, por individuos que «han entrado encubiertamente».
Parásitos espirituales.
La palabra usada en el original griego descriptiva de este «entrar encubierto» es PAREISDUO similar en su raíz a la palabra que en español usamos para «parásito».
Se han infiltrado disimuladamente, paso a paso, mediante engaños.
Se trata de verdaderos parásitos espirituales, ...