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El consejero bíblico


El dolor de un hijo pródigo / Continuación

... nerviosismo,- espero que no me pierda el respeto por esto, pero tengo un problema con mi hija...
No suspiró, escuchó y me dio su consejo sabio.
Cuando compartí mi dolor con otros pastores, ellos fueron uniformemente misericordiosos y suaves. Para mí fue humillante, pero al final me beneficié de ello.
No se rebaje al nivel de su hijo/a.
Si bien los adolescentes están a menudo metidos en su mundo y sólo piensan en sus propios sentimientos, los adultos deben asumir una visión más amplia. Un día me di cuenta de que el más adolescente en nuestro hogar no era mi hija sino yo: había abandonado mi papel de padre y me había transformado en otro adolescente más. Tenía tanto afán en controlar la situación que me había olvidado que mi función principal era la de sustentar y guiar.
Si no volvía a tratarla con respeto, sin importar lo que hiciera o dijera, el espiral descendente no tendría fin.
No fuerce la conformidad.
Un domingo, mi hija tuvo una discusión con la maestra en medio de la escuela dominical para jóvenes. Regresó a casa diciendo: ?Se acabó, no vuelvo nunca más a la iglesia. Nadie es auténtico, todo es falso.?
Nos dio un escalofrío, pero un pastor mayor recomendó dejarla quedarse en casa. No valía la pena mantener nuestra imagen de familia pastoral a costa de aumentar su miseria y resentimiento. Nuestra hija dice ahora que esto la acercó más a nosotros en lugar de alejarla.
Cambie el escenario de ser posible.
Un día feriado, durante una tormenta de nieve, la llevé a entregar un paquete de ropa y comida en una pequeña iglesia urbana que ministraba principalmente a grupos minoritarios y madres solteras. Esto pareció tocarle algo en el alma. Le agradó estar con gente a quien no le importaba su aspecto. Usar jeans estaba bien para el culto dominical allí. Se sintió segura y aceptada, tanto es así que regresó a visitar al pastor, su esposa y la iglesia más de una vez más.
Nunca dude la comprensión de Dios.
En uno de mis momentos más tristes, escuché el sermón de un amigo que mencionó la instancia en que su hija casi se muere en un accidente de auto. Mientras escuchaba, me di cuenta de cuán poco me importaba si mi hija estaba viva o muerta. Entonces oré: Perdóname, Dios por estar absorbido en mí mismo. Tú la creaste y no te sorprendes de nada de lo que haga. Ayúdame a amarla nuevamente de la manera que tú lo haces.
No mucho tiempo después, Col. 1:27 asumió un nuevo significado para mí. Habla del misterio ?que ...

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