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El consejero bíblico


¿Exaltar el dolor? ¿Ignorarlo? parte 3 / Continuación

... formularlo como el libro de Job, el sufrimiento nos coloca en una encrucijada espiritual. Cuando se eliminan todos los ornatos agradables de la vida, ¿seguiremos adorando a Dios? Durante los tiempos buenos, la respuesta parece fácil: --Por supuesto que confiaré en Dios.
Pero el sufrimiento deja al descubierto la incredulidad y la egolatría de nuestro corazón. Puede revelar que nuestra aparente obediencia tal vez sólo sea una feliz coincidencia que tiene lugar cuando nuestros deseos parecen coincidir con la ley de Dios. Dios usa el sufrimiento para que sepamos si al adorar a Dios lo hacemos por amor a Él o porque nos conviene.
El apóstol Pablo lo dijo de esta manera: El sufrimiento nos obliga a responder a la pregunta de en quién vamos a confiar. Su respuesta fue: ?Pero tuvimos en nosotros mismos sentencia de muerte, para que no confiáramos en nosotros mismos, sino en Dios que resucita a los muertos? (2 Co.1:9). Pablo sintió más pasión por conformarse a Cristo por la fe que por el alivio inmediato de su sufrimiento.
Por lo tanto, uno de los propósitos del sufrimiento es producir arrepentimiento, fe y obediencia. Estas actitudes agradan a Dios y producen la bendición de la paz. Además revelan más pesos de gloria que desequilibran la balanza como para que el sufrimiento no pese tanto.
El pecado no es lo único que queda desenmascarado con el sufrimiento. Éste también puede dejar al descubierto corazones llenos de fe. Muchos cristianos a quienes ha sorprendido el dolor descubren que inmediatamente van a la Palabra de Dios para el consuelo, y elevan oraciones de lamentación y alabanza emulando a los salmistas. En tales casos seguimos llorando con los que sufren, pero a la vez podemos regocijarnos en que los tales visiblemente dan testimonio --a ellos mismos, a la iglesia y al mundo-- de que son hijos de Dios.
El sufrimiento revela eternidad. Al tiempo que el sufrimiento muestra lo que hay en nuestro corazón, también nos ayuda a ver la eternidad y produce esperanza. Es en este punto que 2 Corintios 4:16-18 resulta admirable.
Pues esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria; no mirando nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven, pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas.

El peso de gloria eterna excede en gran manera a nuestro dolor temporario. O como dijo la Madre Teresa: ?Desde el cielo, la más miserable vida en la tierra ...

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