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El consejero bíblico


Diez características distintivas de la Biblia / Continuación

... de otros pasajes.

La soberanía de Dios se enseña explícitamente en diversos lugares, por ejemplo Salmo 135:6, Efesios 1:11. Armados de esta enseñanza, estamos en condiciones para ver esta misma doctrina en la historia de Nabal (1 Samuel 25), en Job 1-2, en el libro de Ester, y en un sinfín de otras porciones de la Biblia.

Hay que reconocer que la doctrina cristiana tiene muchas facetas y que resulta a veces paradójica. Abarca elementos que parecen ser incompatibles. Nos cuesta comprender cómo estos elementos pueden coexistir dentro del mismo sistema doctrinal. ¿Cómo se puede resolver esta dificultad?

Piensa en un lápiz. Mirarlo de lado es una cosa; mirarlo de punta es otra cosa. Pero es el mismo lápiz. Todo depende del ángulo de visión. Así es en cuanto a ciertas doctrinas.

La Biblia enseña, por ejemplo, tanto la doctrina de la soberanía divina como la doctrina de la responsabilidad humana. Ambas son a primera vista contradictorias. Pero el lápiz dice que no.

Consideremos el caso de Faraón durante las diez plagas de Egipto. Es correcto decir, desde el punto de vista de la responsabilidad humana, que Faraón endureció su corazón (Éxodo 8:15, 32). Desde el punto de vista de la soberanía divina, hay que afirmar que fue Dios quien endureció su corazón (Éxodo 9:12, 10:20). La verdad consiste en los dos aspectos, mantenidos en equilibrio.

El apóstol Pablo exhorta a los filipenses: «ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor, porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad» (Filipenses 2:12-13). ¡Hacedlo vosotros, pero Dios lo hace!

¿Es una contradicción? No. La doctrina de la santificación tiene básicamente dos dimensiones: la humana y la divina. A la luz de la ilustración del lápiz, vemos que se comunican simultáneamente dos mensajes: nos toca a nosotros demostrar por nuestra conducta la realidad de nuestra salvación, y es Dios quien nos da el poder espiritual para lograrlo.

Cambiando de símil, la doctrina no es solamente como un lápiz sino también como una naranja. Una naranja tiene muchos segmentos. Cada uno de ellos está relacionado con todos los demás puesto que forman una unidad orgánica.

Del mismo modo, existe una relación muy estrecha entre los distintos aspectos de la doctrina cristiana dentro de la unidad orgánica de las Escrituras. Todos los aspectos son importantes; todos son necesarios, para que la «naranja doctrinal» ...

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