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El consejero bíblico


Diez características distintivas de la Biblia / Continuación

... 4:1-11).
Por supuesto, estos ejemplos comunican un mensaje de gran trascendencia en cuanto a lo cristocéntrico de la revelación bíblica. No obstante, por muy importantes que sean las evidencias textuales, son menos importantes que el fundamento teológico que las apoya.
La verdad teológica que forma la base de las interpretaciones cristocéntricas de los apóstoles es la siguiente: El propósito divino de establecer un reino eterno, que históricamente tuvo su origen en Edén y se desarrolló de diversas maneras a lo largo del Antiguo Testamento, se realiza y finalmente se consumará por el Rey de ese reino, Jesucristo. Así cumple Jesús el Antiguo Testamento en su totalidad. Esta convicción les permite a los apóstoles, bajo la dirección del Espíritu Santo, advertir a Cristo en donde nosotros nunca le habríamos visto.
El Antiguo Testamento prepara el terreno para Cristo tanto positiva como negativamente. Positivamente, contiene todos los «materiales de construcción» del reino de Dios: el hombre, el hijo de Dios, la salvación, sacerdocio y sacrificio, la monarquía, profecía, sabiduría?. Todos estos temas encuentran su expresión perfecta en Cristo.
Negativamente, estos «materiales de construcción» ?mejor dicho, la encarnación humana de ellos? sufrieron invariablemente muchos defectos como consecuencia del pecado. Este hecho señaló la necesidad de otro reino en el futuro, un reino no manchado por estos defectos. Tal reino lo inauguraría Cristo. Lo haría siendo todo lo que sus predecesores habían dejado de ser.
El primer hombre fue un fracasado, a pesar de ser hijo de Dios (Génesis 3:1-7, Lucas 3:38). Posteriormente la nación de Israel vino a ser hijo de Dios (Éxodo 4:22), pero Israel fracasó también (Romanos 2:17-24). Por contraste, Cristo fue el hombre perfecto y el hijo perfecto (Hebreos 4:15, Mateo 3:17). Moisés, el primer líder y salvador de Israel, consiguió únicamente una salvación física (Éxodo 12-15); pero Cristo procuró una salvación perfecta y eterna (Hebreos 2:1-4, 5:8-9).
Los sacerdotes de Israel tuvieron que ofrecer sacrificios por sus propios pecados (Hebreos 7:27); y los sacrificios mismos nunca podían solucionar el problema del pecado (Hebreos 5:1-3, 10:1-4,11). Cristo, en cambio, fue el sacerdote perfecto ?«santo, inocente, sin mancha»? e hizo d sacrificio perfecto ofreciéndose a sí mismo (Hebreos 7:23-27).
David, aun siendo varón conforme al corazón de Dios (Hechos 13:22), estaba lejos de ser el rey perfecto (2 ...

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