... ha dado fruto y ha sido apreciado, pero rechaza que se lo ponga en un pedestal.
¿Qué líder o predicador no desea ser popular entre su gente? Ciertamente la falta de popularidad no es un gran beneficio, pero la popularidad puede ser conseguida a un precio demasiado alto. Jesús lo hizo bien claro cuando dijo, ¡Ay de vosotros cuando todos los hombres hablen bien de vosotros! (Lucas 6:26). En otra parte dijo Bienaventurados seréis cuando por mi causa os insulten, os persigan y digan toda clase de mal contra vosotros, mintiendo (Mateo 5:11).
El obispo Stephen Neill dijo, en un mensaje a estudiantes de teología, «La popularidad es el estado espiritual más peligroso que uno se puede imaginar, ya que lleva tan fácilmente al orgullo espiritual que ahoga a los hombres en la perdición. Debemos observarla con ansiedad ya que a menudo ha sido conseguida a un precio demasiado alto de transigencia con el mundo».
El éxito expone al hombre a la presión del pueblo. De tal manera lo tienta a mantener lo que ha ganado por medio de métodos y prácticas carnales. Entonces puede dejarse gobernar completamente por las demandas dictatoriales de la expansión continua. El éxito se me puede ir a la cabeza a menos que recuerde que es Dios quien hace la obra, que Él puede continuar la obra sin mi ayuda, y que Él puede lograr sus objetivos con otros medios cuando me tenga que aminorar a mí.
Infalibilidad
La espiritualidad no equivale a la infalibilidad. Si una persona tiene el Espíritu Santo y desea ser guiada por el Espíritu sin duda cometerá menos errores que quienes no tienen este recurso. De todas maneras, como todavía está en la carne, no es infalible. Aún los apóstoles, llamados por Dios y llenos del Espíritu, cometieron errores que Dios tuvo que corregir.
El líder que conoce a Dios, y probablemente lo conoce mejor que sus colegas, está en peligro de caer, inconscientemente, en esta trampa sutil. Porque su juicio ha sido más correcto que el de otros, porque ha orado y pensado y luchado con el problema más profundamente que ellos, es difícil para él admitir que puede cometer un error y ceder ante el juicio de sus hermanos. Debe ser un hombre de convicción y estar preparado para defender lo que cree, pero eso es diferente de suponer que es infalible. Estar dispuesto a conceder la posibilidad de un error en su propio juicio y someterse a la opinión de los hermanos aumenta su influencia en lugar de disminuirla.
Euforia y depresión
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