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El consejero bíblico


LA ESCLAVITUD FINANCIERA / Continuación

... desarrollar este tema, conviene, por lo menos, dejar un bosquejo con los puntos principales. Recuerde que el Salmo 127 advierte que a menos que Dios edifique nuestras vidas, estamos trabajando en vano. El segundo versículo dice: «Por demás es que os levantéis de madrugada, y vayáis tarde a reposar, y comáis pan de dolores; pues que a su amado dará Dios el sueño». Coloque a Dios en primer lugar en su vida. No a la iglesia ni a las actividades. Su relación con Dios debe ser su prioridad número uno.
Luego de su relación con Dios está la relación con su cónyuge (Ef. 5:22, 25). Recuerde que usted se casó con su cónyuge y no con sus hijos (¡ni con el jefe de su trabajo!). Muchos problemas surgen cuando ignoramos la enseñanza bíblica de que debemos dejar a nuestra madre y a nuestro padre para unirnos a nuestra esposa o esposo como si fuéramos una sola carne.
En tercer lugar está la responsabilidad hacia sus niños (Ef. 6:4 y Dt. 6:6-9).
Finalmente, su responsabilidad hacia el trabajo (1 Ti. 5:8) y/o el ministerio (Col. 4:17 y 1 Ti. 3:2-5). Recuerde que si es ministro, pastor o líder, usted puede tener familia aunque su ministerio no ande bien; ¡pero no puede tener ministerio si su familia no anda bien! El ministrar efectivamente a nuestras familias es un requisito previo para poder ministrar en la obra del Señor. Las iglesias deberían exigir que sus pastores tomen días libres semanalmente y se vayan de vacaciones por lo menos una o dos veces al año.
Si usted es un trabajador, note que su esposa es número dos, sus niños (o niñas) número tres y el trabajo está en cuarto lugar. Si su esposa o sus niños están sufriendo a causa de su trabajo, ¿quién debe ceder? ¿a quién va a sacrificar?
No es fácil vivir de acuerdo a prioridades bíblicas. Puede que signifique tener que cambiar de actividad laboral, trabajar menos, recibir menos ingresos, poseer una casa más pequeña o manejar un auto más viejo. Pero si usted comienza a vivir con prioridades familiares correctas, si acepta la dirección de Dios para su vida y se convierte en un buen administrador de los bienes, el tiempo y las relaciones que El le ha encomendado, formará parte de una exclusiva minoría de hispanohablantes que puede decir, con alegría en sus ojos, que son libres ?no de las preocupaciones económicas diarias sino ¡de la esclavitud de las finanzas!

Ahhh... y una cosa más: la próxima vez, por favor, cierre la puerta despacito que la acabamos de aceitar...

Andrés Panasiuk ...

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