... lugar, no podemos fingirlo. Los lectores del primer siglo estaban familiarizados con los "enlutados profesionales", un grupo de personas que se ganaban la vida llorando por otros. El llanto que Jesús describe en el Sermón del Monte es un llanto genuino.
(b) Entender que la tristeza bíblica y el gozo del Señor pueden convivir en la misma persona. Hoy día hay quienes a toda costa intentan evitar toda agonía y tristeza. Se debe a un concepto no bíblico que considera la tristeza y el gozo como cosas incompatibles.
Otros imaginan que no existe solución para su tristeza y por lo tanto están sin esperanza, otro concepto que no proviene de Dios. Encontramos una frase interesante en la Biblia: "rehusó ser consolado" (Génesis 37:35).
(c) Para llorar según la voluntad de Dios debemos ver la vida con los ojos de Dios, y saber lo que quebranta el corazón de Dios. Para hacerlo no existen atajos, vías cortas ni fórmulas fáciles. Debemos pasar tiempo con Dios.
LA CONSOLACIÓN DE DIOS
Jesús termina esta bienaventuranza, diciendo: "porque ellos recibirán consolación". Para los que están afligidos, es alentador ver cómo Dios consuela:
(a) Por el Espíritu Santo en el corazón del creyente. El salmista afirma: "Cercano está Jehová a los quebrantados de corazón; y salva a los contritos de espíritu" (Salmo 34:18; véase Salmo 147:3 y Juan 14:16)
(b) Por las promesas de la Escritura. Pablo garantiza que "... las cosas que se escribieron antes, para nuestra enseñanza se escribieron, a fin de que por la paciencia y la consolación de las Escrituras, tengamos esperanza" (Romanos 15:4; vea también 2ª Pedro 1:4).
(c) Con los grandes himnos de la fe cristiana. Son los pensamientos y las promesas de Dios a los que se añadió música. La gran mayoría de los himnos que han perdurado y son tan queridos, fueron escritos en épocas de angustia de los autores.
(d) Por medio de la oración del cristiano. Cuando estaba angustiado en el jardín, Jesús oró (Mateo 26:36-44; vea también Santiago 5:13).
(e) Por medio de otros cristianos (2ª Corintios 1:3-7).
(f) Con la consolación final en el cielo (Apocalipsis 21:4).
CONCLUSIÓN: Es mejor llorar, estar quebrantado y afligido por una tragedia, que nunca tener que llorar y ni tener el privilegio de experimentar el consuelo de Dios.