... para los ascensos y el progreso profesional, sé que eso pasa, que es injusto y está mal, pero no puedo asegurarte que va a cambiar. Sin embargo, para los empleadores es difícil encontrar personal honesto, trabajador, responsable, fiel y digno de confianza. Salomón nos recuerda: "Como frío de nieve en tiempo de la siega, así es el mensajero fiel a los que le envían, pues al alma de su señor da refrigerio" (Pr. 25:13). ¿Es tu intención dar refrigerio al alma de tu jefe? ¿Buscas agradarle? ¿Eres leal y confiable? Estas son las características que hablarán bien de tu vida cristiana.
Otra cosa que debes tener presente es que en tu vida no debe haber lugar para la crítica a tu jefe o a la empresa. La Escritura nos enseña: "Que a nadie difamen" (Tit. 3:2). Si te permites participar en los rumores que abundan en la oficina, eso no hablará bien de tu fe.
Es más, no robes, aunque sea algo tan simple como un bolígrafo o un minuto de trabajo, porque a la compañía le cuesta mucho dinero. Tito 2:9 10 explica: "Exhorta a los siervos a que se sujeten a sus amos, que agraden en todo, que no sean respondones; no defraudando, sino mostrándose fieles en todo, para que en todo adornen la doctrina de Dios nuestro Salvador". Onésimo era un siervo que le robaba a su amo. Huyó de él pero al encontrarse con el apóstol Pablo se convirtió en un cristiano verdadero. Entonces Pablo lo envió a su amo, Filemón: "El cual en otro tiempo te fue inútil, pero ahora a ti y a mí nos es útil" (Flm. 11). Nuestra conversión debe hacernos empleados fieles y deseables.
Además, nuestro trabajo gana el respeto de los no cristianos. Pablo dice: "Y que procuréis tener tranquilidad, y ocuparos en vuestros negocios, y trabajar con vuestras manos de la manera que os hemos mandado, a fin de que os conduzcáis honradamente para con los de afuera, y no tengáis necesidad de nada" (1 Ts. 4:11-12). No digo que el trabajo arduo y honesto te garantizará el ascenso automático en la escalera laboral. Quizás lleve tiempo. Mientras tanto tendrás la seguridad de que honras al Señor y puedes confiar en sus promesas: "No nos cansemos, pues, de hacer bien; porque a su tiempo segaremos, si no desmayamos" (Gá. 6:9). "Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que él os exalte cuando fuere tiempo" (1 P. 5:6).
Por último, a Dios le agrada nuestro trabajo. "Siervos, obedeced a vuestros amos terrenales con temor y temblor, con sencillez de vuestro corazón, como a Cristo; no sirviendo al ...