... puedan conversar mientras toman una taza de chocolate caliente. Dios puede bendecir sus esfuerzos por fortalecer la relación. No se desaliente. Todos tropezamos de muchas maneras.
Nuestros hijos son una herencia de Dios que no deseamos arruinar. No es suficiente tenerlos en casa, sino que debemos amarlos fielmente. Lograremos esto de diferentes maneras en distintas etapas, pero siempre con el mismo amor dado por Dios. Las madres que piensan que es posible amar y servir a sus hijos en el poder de la carne probablemente lo logren por un poco de tiempo, pero cuanto antes se den cuenta de que necesitan la ayuda de Dios, cuanto antes sus hijos serán amados como es debido.
Nuestros hijos son una herencia de Dios. Son vidas que Dios pone en nuestras manos para que las formemos. Como el alfarero hace con el barro. No desperdiciemos ese tesoro precioso de ser madres. La Biblia dice que debemos y podemos aprender cómo amar a nuestros hijos e instruirles en el amor y el temblor de Dios.
Nancy Wilson es esposa de un pastor en la ciudad de Moscow, Idaho, EE.UU. Tomado de la revista Credenda Adenda, usado con permiso.