... mujeres que han sufrido experiencias similares. En un lugar de refugio para mujeres que han sufrido violencia, estará rodeada de personas que comprenden. Ante el trono de Dios, en cambio, será abrazada por Uno que comprende perfectamente, sufre profundamente, y ama completamente.
3. La cruz es evidencia constante del amor de Dios para con Su pueblo y la seriedad del pecado. El pecado y el sufrimiento siempre serán un misterio. Ninguno tiene sentido en un mundo que Dios creó como bueno. Sin embargo lo que está claro es que el amor de Dios, demostrado en Jesús, excede los límites de nuestra imaginación, y Su justicia deja en silencio a los observadores. En un mundo donde una mujer no puede confiar en la persona más íntima, la mayor bendición que usted le puede ofrecer es la seguridad de la presencia amorosa y observadora de Dios.
Usted le enseña a la víctima a desarmar al abusador.
La víctima debe saber cómo prevenir y responder al enojo humano. Ya sea que vuelva o no al hogar inmediatamente, debe aprender a apropiarse de «un espíritu de poder, de amor y dominio propio» (2 Ti. 1:7). Con demasiada frecuencia respondemos a la violencia con timidez o venganza. Ambas revelan el continuo control y dominio del perpetrador en la vida de la mujer. En lugar de ir a estos extremos, las esposas deben ser guiadas en una dirección bíblica que es humilde y poderosa.
Un versículo clave es Romanos 12:21: «No seáis vencido de lo malo, sino vence con el bien el mal». En el contexto de Romanos 12 el pasaje sugiere que uno se libera del perpetrador amando al enemigo más, no menos. En lugar de preguntarnos «¿Qué necesito de él?» nos cuestionamos «¿Cómo me sobrepongo con el amor de Cristo?»
1. Cuando en duda, debe confesar sus pecados al perpetrador. Posiblemente esta sea la respuesta más poderosa al pecado de otros. Todos sabemos lo difícil que es confesar nuestros pecados a otra persona, pero confesárselos a un abusador violento parece completamente imposible. Sin embargo, una mujer fuerte en el Señor no cuenta con su propia justicia sino con la justicia de Cristo. Por lo tanto puede confesar su propio pecado. Esto, por supuesto, no implica que sus acciones hayan causado la violencia ni el abuso. Simplemente confiesa el pecado que Dios ha revelado en su vida.
2. "Entonces verás bien para sacar la paja del ojo de tu hermano" (Mt. 7:5). Para algunas mujeres, confrontar puede ser más difícil que la confesión. Para algunas es más fácil suponer que merecían ...