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El consejero bíblico


Ayuda para bulímicos parte 2 / Continuación

... expele lo comido.

Una cosa es segura: esta compulsión a darse atracones es tan fuerte como la compulsión del alcohólico o el drogadicto. En este sentido usted debe obtener información cuidadosa para descubrir los detonantes de esta conducta. ¿Cuáles son las cosas que precipitan el atracón? Tal vez usted descubra codicia tanto del cuerpo como de la mente. Tal vez los atracones se precipiten en razón de ansiedad, enojo o estrés, o tal vez por deseos corporales asociados con fatiga, debilidad, síndrome premenstrual o bien nerviosismo. Tal vez ella tenga la costumbre de darse atracones los sábados a las tres de la tarde, o el primer día de su ciclo menstrual. De todos modos, saber cuáles son los detonantes es importante a medida que usted trata de enseñarle a la aconsejada a manejar el «interruptor» de esos hábitos.

Estoy convencida de que este sentimiento de compulsión podría definirse más bíblicamente como un hábito de codicia, angurria, glotonería. Codicia es un deseo rapaz de más de lo que uno necesita o merece. Y como la codicia es algo sobre lo que la Biblia habla ampliamente, se le puede dar una sólida ayuda a la aconsejada. En primer lugar, quitar el comportamiento de la esfera de lo místico («compulsión»), y colocarlo en la esfera de la experiencia diaria y comprensible, es algo que ya de por sí ofrece esperanza. Usted podrá señalar que ella no está sola en esta lucha con la codicia (1 Corintios 10:13). El pueblo de Israel fue culpable de codicia y glotonería (Números 11:4,6,13-24,31-34). Incluso fueron sepultados en «tumbas de codicia» o «sepulturas de glotonería». En la historia de Israel se ilustran las razones de estos vivos deseos y ansias. El Salmo 78:17 y los versículos que siguen hablan de rebelión, de tentar a Dios, de hablar contra Dios y de incredulidad: «Porque no confiaron en Dios, ni creyeron que él los salvaría» (78:22). Este Salmo habla claramente de que las ansias y los antojos son comunes y son resultado de confiar en uno mismo para la satisfacción y la salvación en vez de confiar en Dios. Cuando su aconsejada está nerviosa, enojada, infeliz o preocupada, en vez de volverse a su Salvador lleno de gracia, ella procura maneras de salvarse a sí misma y de aplacar con comida esos sentimientos incómodos. Resulta claro que ella debe aprender a confiar en Dios.

El Nuevo Testamento también habla con amplitud sobre la codicia. Nuestro Señor nos advirtió: «Tengan cuidado? Absténgase de toda avaricia; la vida de ...

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