... entre reyes conquistadores y las naciones que habían subyugado.
Aquellos pactos solían incluir un preámbulo, una descripción de las circunstancias históricas del pacto, las condiciones impuestas por el conquistador, y las bendiciones o maldiciones que sobrevendrían como consecuencia de obediencia o desobediencia por parte de los subyugados. Los Diez Mandamientos (Éxodo 20:1-17) manifiestan el mismo estilo.
El preámbulo (v. 2a) identifica al autor del pacto: «Yo soy Jehová tu Dios.» Sigue una afirmación de las circunstancias históricas (v. 2b): Dios había redimido a Israel. Por tanto, Dios tiene el derecho de estipular las condiciones del pacto. Estas condiciones (vv. 3-17) se expresan como obligaciones que se imponen a Israel, acompañadas de bendiciones (vv. 6, 12b) y maldiciones (vv. 5b, 7b). Obsérvese de paso que el libro de Deuteronomio tiene una estructura semejante, con su prólogo histórico (1-3), sus condiciones (4-26) y sus bendiciones y maldiciones (28).
¿Por qué los Diez Mandamientos se escribieron en dos tablas? ¿Se dividieron en dos partes? No. Todos ellos fueron escritos en ambas tablas: una para Dios, otra para Israel. De esta forma las dos partes podían recordarse en todo momento el contenido del pacto.
Por supuesto, este pacto era único. Se hizo entre el Dios viviente y su pueblo especial. En este sentido era incomparable. Pero Dios, en su sabiduría, hizo que tuviese raíces en las costumbres contemporáneas. El pacto no estaba en un vado cultural. Por tanto, los israelitas lo entendían perfectamente. Asimismo, nosotros lo entendemos mejor a la luz de su fondo histórico.
El ejemplo neotestamentario se encuentra en el mensaje de Cristo a la iglesia de Laodicea (Apocalipsis 3:15-16): «Yo conozco tus obras, que ni eres frío ni caliente. ¡Ojalá fueses frío o caliente! Pero por cuanto eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca».
Estas palabras nos plantean un problema. Por lo visto, Cristo prefiere que la iglesia sea fría antes que tibia. ¿Cómo puede ser? ¿No son intolerables los dos estados?
Hay que buscar la solución en el trasfondo histórico. No muy lejos de Laodicea se hallaba Hierápolis. Este pueblo tenía manantiales de agua caliente. En otra dirección, también a poca distancia, estaba situado Colosas. Este pueblo gozaba de aguas puras y frías. Tanto el agua caliente como la fría tenían efectos beneficiosos. Pero en ambos casos el agua se ponía tibia y desagradable ...