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El consejero bíblico


Diez características distintivas de la Biblia 3/3 / Continuación

... «De Egipto llamé a mi Hijo» (Oseas 11:1, Mateo 2:15). De acuerdo con la palabra profética, Cristo llevó tanto nuestras enfermedades como nuestros pecados (Isaías 53:4, 5, 12, Mateo 8:17, 1 P. 2:24). La resurrección de Cristo cumplió la promesa de Isaías «Os daré las misericordias fieles de David» (Isaías 5:59, Hechos 13:34). Cristo está sentado ahora en el trono de David en los cielos (2 Samuel 7:16, Salmo 132:11, Isaías 9:7, Lucas 1:32-33, Hechos 2:25-36).

Además, Cristo fue el Adán verdadero (Romanos 5:14), la pascua verdadera (1 Corintios 5:7), el maná verdadero Juan 6:25-58) y el templo verdadero Juan 2:18-22). Más sutilmente, los tres días que pasó Jonás en el vientre del pez prefiguraron los tres días que pasó Jesús en el corazón de la tierra Jon. 1:17, Mateo 12:40); y la prueba de Israel en el desierto prefiguró la prueba de Jesús siglos después en otro desierto con un fin mucho más elevado (Deuteronomio 8:1-18, Mateo 4:1-11).
Por supuesto, estos ejemplos comunican un mensaje de gran trascendencia en cuanto a lo cristocéntrico de la revelación bíblica. No obstante, por muy importantes que sean las evidencias textuales, son menos importantes que el fundamento teológico que las apoya.
La verdad teológica que forma la base de las interpretaciones cristocéntricas de los apóstoles es la siguiente: El propósito divino de establecer un reino eterno, que históricamente tuvo su origen en Edén y se desarrolló de diversas maneras a lo largo del Antiguo Testamento, se realiza y finalmente se consumará por el Rey de ese reino, Jesucristo. Así cumple Jesús el Antiguo Testamento en su totalidad. Esta convicción les permite a los apóstoles, bajo la dirección del Espíritu Santo, advertir a Cristo en donde nosotros nunca le habríamos visto.
El Antiguo Testamento prepara el terreno para Cristo tanto positiva como negativamente. Positivamente, contiene todos los «materiales de construcción» del reino de Dios: el hombre, el hijo de Dios, la salvación, sacerdocio y sacrificio, la monarquía, profecía, sabiduría?. Todos estos temas encuentran su expresión perfecta en Cristo.
Negativamente, estos «materiales de construcción» ?mejor dicho, la encarnación humana de ellos? sufrieron invariablemente muchos defectos como consecuencia del pecado. Este hecho señaló la necesidad de otro reino en el futuro, un reino no manchado por estos defectos. Tal reino lo inauguraría Cristo. Lo haría siendo todo lo que sus predecesores habían dejado de ser.
El ...

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