Artículos

El consejero bíblico


Riesgos específicos del liderazgo / Continuación

... toda obra de Dios hay tiempos de desaliento y frustración al igual que hay épocas de entusiasmo y éxito. El líder está en peligro de deprimirse indebidamente con el uno y entusiasmarse en forma desmedida con el otro. Los setenta discípulos volvieron de su misión muy entusiasmados con su éxito. Jesús rápidamente limitó esta reacción natural pero inmadura. No os regocijéis de que los espíritus se os sujetan, sino regocijaos de que vuestros nombres están escritos en los cielos (Lucas 10:20). Dirigió su atención al fin del ser exaltado que permitió que se le suba el privilegio a la cabeza. Yo veía a Satanás caer del cielo como un rayo (Lucas 10:18).

Luego de la confrontación en el monte de Carmelo, Elías experimentó tal depresión que deseaba morir. El Señor no confrontó a este profeta cansado, centrado en sí mismo, con un examen espiritual. Le hizo dormir bien dos noches y comer dos buenas comidas. Sólo entonces comenzó a tratar con el problema espiritual más profundo. Pudo mostrarle a Elías que no había una buena razón para su desaliento. Todavía había siete mil de sus compatriotas que no habían adorado a Baal. Al huir, él había privado a la nación del liderazgo que necesitaba desesperadamente.

Es realista darnos cuenta de que no se llevarán a cabo todos nuestros ideales para la obra de Dios. Los ídolos amados demuestran tener pies de barro. Las personas en quienes nos apoyamos serán débiles. Aun los líderes que se han sacrificado profundamente a veces serán desafiados. Pero el líder espiritualmente maduro sabrá discernir el verdadero origen de la depresión y el desaliento y tratará con él como corresponde.

También hay épocas en que todo va bien. Los objetivos son alcanzados, los esfuerzos planeados son exitosos, el Espíritu obra, hay almas que reciben salvación, y los santos son bendecidos. En esos tiempos el líder maduro sabe a quién darle la corona del éxito. Cuando Robert Murray McCheyne experimentó tiempos de bendición en su ministerio, al regreso del servicio se arrodillaba y simbólicamente coronaba al Señor por el éxito, ya que en realidad el éxito era del Señor. Esa costumbre le ayudó a no caer en la trampa de tomar para sí mismo la gloria que le pertenecía solamente a Dios.

Samuel Chadwick resumió la actitud sabia frente a ese peligro en estas palabras: «Con el éxito, no se mande la parte. Con la derrota, no se deprima».

¿Profeta o líder?
Un predicador que posee dones de liderazgo puede llegar a un ...

Continuar leyendo