... la conducta a seguir en casos de conflicto sea frecuentemente enseñada a la congregación, de modo que los miembros aprendan como comportarse antes que los problemas ocurran. Por ejemplo, el camino indicado por Jesús en Mt. 18:15-22 debiera ser repetidamente estudiado. Creo que aquellas familias omitieron ese paso por ignorancia o porque el énfasis en la iniciativa conciliadora no fue desarrollado con la indispensable claridad o con la adecuada frecuencia; 2) La intervención de los pastores o consejeros debe ser inmediata, tan pronto se toma conocimiento del estallido del conflicto, para evitar -por ejemplo- que un incidente anecdótico se transforme en un doloroso drama, como ocurrió en el caso que hemos comentado; 3) La iglesia debe orar intensamente por las familias o por las personas enfrentadas, procurando no tomar partido ni asumir actitudes que conduzcan a divisiones en el seno de la congregación; 4) Es preciso recordar en todos los casos que, según 1 Co. 13, los conflictos se resuelven con amor. La solución pertenece al Espíritu Santo, y su fruto provee todo lo que hace falta (Gá. 5:22-23). Sólo así pueden quitarse las raíces viejas de amargura.
En algunos casos, excepcionalmente, es necesario que la iglesia adopte algún tipo de medida disciplinaria. Pero esto no conviene hacerlo si la disciplina en general no ha sido antes un tema habitual de predicación y estudio en la congregación, para que la disciplina sea bien interpretada y correctamente ejercida, a la luz de la Biblia. Las medidas disciplinarias también deben ser aplicadas con amor, procurando restaurar a los caídos (Gá. 6:1).
Cómo se maneja una típica lucha de poderes
Generalmente, una típica lucha de poderes es una lucha entre líderes o una lucha entre aspirantes a líderes. Estas luchas suelen producirse por diversos motivos y en distintos niveles.
1) Puede ser una lucha inocente, expresión de un deseo ingenuo: Es la infantil lucha de los niños que desean ser presidentes o secretarios de su clase en la escuela dominical, sin la intención de ejercer autoridad. Los maestros deben evitar que en ellos se desarrolle un orgullo perjudicial o cualquier actitud que pudiera afectar el desarrollo de su personalidad. Si el niño aprende a ocupar su cargo con humildad, difícilmente participará en luchas de poderes cuando sea mayor.
2) Puede ser una lucha muy humana pero con buenas intenciones: En las áreas rurales y en iglesias pequeñas (sin excluir algunas ...