... conoce a Dios, y probablemente lo conoce mejor que sus colegas, está en peligro de caer, inconscientemente, en esta trampa sutil. Piensa que su juicio ha sido más correcto que el de otros, porque ha orado y pensado y luchado con el problema más profundamente que ellos, es difícil para él admitir que puede cometer un error y ceder ante el juicio de sus hermanos. Debe ser un hombre de convicción y estar preparado para defender lo que cree, pero eso es diferente de suponer que es infalible. Estar dispuesto a conceder la posibilidad de un error en su propio juicio y someterse a la opinión de los hermanos aumenta su influencia en lugar de disminuirla.
Euforia y depresión
En toda obra de Dios hay tiempos de desaliento y frustración al igual que hay épocas de entusiasmo y éxito. El líder está en peligro de deprimirse indebidamente con el uno y entusiasmarse en forma desmedida con el otro. Los setenta discípulos volvieron de su misión muy entusiasmados con su éxito. Jesús rápidamente limitó esta reacción natural pero inmadura. «Pero no se alegren de que los espíritus malignos los obedezcan; alégrense porque sus nombres están escritos en el cielo» (Lucas 10:20 NTV). Dirigió su atención al fin del ser exaltado que permitió que se le suba el privilegio a la cabeza. «Vi a Satanás caer del cielo como un rayo» (Lucas 10:18 NTV).
Luego de la confrontación en el monte de Carmelo, Elías experimentó tal depresión que deseaba morir. El Señor no confrontó a este profeta cansado, centrado en sí mismo, con un examen espiritual. Le hizo dormir bien dos noches y comer dos buenas comidas. Sólo entonces comenzó a tratar con el problema espiritual más profundo. Pudo mostrarle a Elías que no había una buena razón para su desaliento. Todavía había siete mil de sus compatriotas que no habían adorado a Baal. Al huir, él había privado a la nación del liderazgo que necesitaba desesperadamente.
Es realista darnos cuenta de que no se llevarán a cabo todos nuestros ideales para la obra de Dios. Los ídolos amados demuestran tener pies de barro. Las personas en quienes nos apoyamos serán débiles. Aun los líderes que se han sacrificado profundamente a veces serán desafiados. Pero el líder espiritualmente maduro sabrá discernir el verdadero origen del desaliento y la depresión y tratará con ellos como corresponde.
También hay épocas en que todo va bien. Los objetivos son alcanzados, los esfuerzos planeados son exitosos, el Espíritu obra, hay almas que ...