Artículos

El consejero bíblico


Perfil del hombre a quien Dios utiliza / Continuación

... 3:26 al 3:33 «Y vinieron a Juan y le dijeron: Maestro, mira que el que estaba contigo al otro lado del Jordán, de quien tu diste testimonio, bautiza, y todos vienen a él. Juan dijo: Mira, el hombre no puede recibir nada, si no le fuere dado del cielo. Vosotros mismos me sois testigos de que dije: Yo no soy el Cristo, sino que soy enviado delante de él. El que tiene la esposa, es el esposo; mas el amigo del esposo, que está a su lado y le oye se goza grandemente a la voz del esposo; así pues este mi gozo está cumplido». Lean cómo termina el discurso del precursor: «Se impone que Jesucristo crezca, impone que yo, Juan, decrezca». Es un hombre que en verdad deja de ser para que Jesucristo sea, es un hombre que muere, para que Jesucristo viva.

«¿Quién eres?» Cuando vieron que Juan estaba en la cúspide de su misión, dijeron los enviados, «¿Eres tú el Cristo, eres tú Elías, eres tú el profeta?» No, no, no, dijo el precursor a tales interrogantes. «Pues entonces ¿quién eres? dinos para que demos testimonio de ti a los que nos han enviado». Dijo él, «Yo soy una voz». Esto es, yo soy tan sólo un sonido que pasa tan sólo una expresión que va a desaparecer, eso soy yo.

Juan había puesto el dedo en la llaga de la sociedad hebrea de su época, y las multitudes iban más allá del Jordán confesando sus pecados y pidiendo el bautismo del arrepentimiento. Juan se había hecho muy popular, pero no era la misión de Juan hacerse popular. Eran muchos los que seguían a Juan, pero su misión no era llamar a hombres par que fuesen detrás de él. Él era heraldo del Rey de los reyes y del Señor de los señores, él era el precursor que iba delante de su faz, él era el que iba preparando el camino para que en él transitase el Señor Jesucristo.

Y cuando Jesucristo apareció, apuesto y hermoso señalado entre diez mil en las márgenes del río Jordán, el bautizador le contempló y dijo, «He aquí el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo». De inmediato se fue tras telón, desapareció. Cuando Jesucristo comenzó a crecer, Juan comenzó a decrecer; cuando Jesucristo comenzó a ser, él comenzó a dejar de ser.

Cierta vez cuando llegué al púlpito de una de las iglesias de Sevilla, me encontré con esta expresión: «Pastor, predicador, querríamos ver a Jesús». También recuerdo que ya estaba listo para entregar un mensaje en la ciudad de Madrid, cuando en una parte que solamente el predicador podía leer, estaba esta expresión: «Háblanos de Jesús». ...

Continuar leyendo