Artículos

El consejero bíblico


Carta a un alcohólico parte 2 / Continuación

... sentirá animado al cantar con otros cristianos, recibirá alimento espiritual en la celebración de la cena del Señor, y estudiará la Biblia para hallar al Dios viviente. Usted conocerá más sobre el Dios que es más grande que lo que usted puede imaginar: más grande en justicia, en poder y en amor. Y la grandeza divina obra en favor nuestro. Uno de los problemas de AA es que el Dios de nuestra imaginación nunca es lo suficientemente grande.
Usted también descubrirá que habrá un interés más profundo de su parte para hablar verdades. Dios es el Dios de verdad. El idioma que Él habla es el idioma de la verdad.
¿Acaso la mayoría de las adicciones no van acompañadas por mentiras, que van de mentirillas a grandes engaños? ¿Acaso todos los adictos en algún momento no han engañado utilizando subterfugios? ¿No han hecho creer cosas que en realidad no son ciertas? ¿No han cambiado de tema? ¿No han justificado y echado culpas? A primera vista, estas mentiras no parecen grandes cosa, especialmente cuando se las compara al uso de drogas peligrosas. Son simplemente encubrimientos, maneras en que los adictos se autoprotegen de las acusaciones de otros. Sin embargo, la perspectiva bíblica indica que las mentiras nos dañan, que son pecados contra otros y que son pecados contra Dios.
La solución es hablar el idioma de Dios, el idioma de la verdad. Esta es la forma en que lo podemos adorar a Él. Lo podemos adorar al imitarlo. Después de todo, ¿acaso Dios no le dice siempre a su pueblo, «Sean santos, porque yo soy santo»? Después de todo, la adoración no es simplemente cantar elevando las manos. La adoración es caminar humildemente ante Dios en obediencia. Y parte de ese caminar es hablar la verdad.
Ser veraces va más allá de hacer que salgan palabras veraces de nuestra boca. También significa que creemos aquello que es verdadero. Significa que creemos en la verdad sobre nosotros. Significa que decimos: «Señor, confieso que me dedicado a mis propios ídolos y a mis deseos».
Fe y perdón
Juntamente con la verdad sobre nosotros, debemos conocer la verdad sobre Dios. Específicamente, debemos saber que Dios odia el pecado pero de manera gratuita ofrece gracia y perdón a los pecadores que dejan el pecado. Si Dios no odiara el pecado, ¿por qué tendríamos que odiarlo nosotros? Tendríamos muy pocos motivos para cambiar. Por otra parte, si no creemos a ciencia cierta que Dios nos perdona, no hay motivos para tratar de cambiar. Sin el perdón, estaríamos condenados ...

Continuar leyendo