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El consejero bíblico


Estudio personal de la Biblia e interpretación privada / Continuación

... bíblicos, los reformadores reconocieron que en la práctica y las enseñanzas del Antiguo y del Nuevo Testamento había un lugar significativo para el rabí, el escriba, y el ministerio de la enseñanza. El hecho de que los maestros deberían ser conocedores de lenguas, costumbres, historia, y análisis literario antiguos, es aún un factor importante en la iglesia cristiana. La doctrina famosa de Lutero acerca del «sacerdocio de todos los creyentes» ha sido con frecuencia mal interpretada. No significa que no haya distinción entre el clero y el laicado. La doctrina simplemente afirma que cada individuo cristiano tiene un papel que desempeñar y una función que mantener en el ministerio total de la iglesia. Todos, en cierto sentido, somos llamados a ser «Cristo para nuestro prójimo». Pero esto no significa que la iglesia no tenga supervisores o maestros.
Mucha gente ha llegado a desencantarse con la iglesia organizada en nuestra cultura actual. Algunos se han ido en dirección a la anarquía eclesiástica. De la revolución cultural de los años 1960 con el advenimiento del movimiento de Jesús y la iglesia subterránea vino el clamor de la juventud: «No necesito acudir a ningún pastor; no creo en una iglesia organizada o un gobierno estructurado del cuerpo de Cristo». En manos de estas personas el principio de la interpretación privada podría ser una licencia para el subjetivismo radical.

Objetividad y subjetividad
El gran peligro de la interpretación privada es el peligro claro y presente del subjetivismo en la interpretación bíblica. El peligro está más extendido de lo que aparenta a primera vista. Yo lo veo manifestado muy sutilmente en el curso de la discusión y debate teológico.
Recientemente participé en un jurado con eruditos de la Biblia. Discutimos los pros y contras de cierto pasaje en el Nuevo Testamento cuyo significado y aplicación eran debatibles. Uno de los eruditos del Nuevo Testamento, en su declaración de apertura dijo: «Yo pienso que deberíamos ser abiertos y honestos en cuanto a la manera de abordar el Nuevo Testamento. En el análisis final leemos lo que queremos leer, y eso está bien». Yo no podía creer lo que oía. Quedé tan aturdido, que no lo contradije. Mi estado de shock se mezclaba con una sensación de inutilidad ante la posibilidad de un intercambio significativo de ideas. Es raro que un erudito exponga sus prejuicios tan abiertamente y en público. Todos podemos luchar contra la tendencia pecaminosa de leer en la ...

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