Artículos

El consejero bíblico


¿Exaltar el dolor? ¿Ignorarlo? parte 1 / Continuación

... los animan a tener fe. Pueden haber oído excelente predicaciones y enseñanza bíblica sobre el sufrimiento, pero nada ha hablado realmente a las profundidades de su dolor.
Esta acusación parece extraña, considerando que la Biblia está llena de penetrante enseñanza sobre el sufrimiento. ¿Por qué la Palabra de Dios parece superficial a ciertos cristianos que sufren? ¿Por qué los cristianos buscan consejeros que los entiendan y hasta sean partícipes de su dolor, pero que no los lleven al evangelio de Cristo ni los propósitos de Dios en el sufrimiento? Sin lugar a dudas, una razón es que muchas personas sufridas han sido afligidas como Job por los consoladores que han tenido. Todos nos hemos topado con cristianos que manejan el dolor de una manera académica, indiferente, cristianos cuyo consejo puede resumirse en las palabras «¡Vamos, sigue adelante!». Tales consejeros y amigos en realidad no saben lo que Dios dice a aquellos que están en dolor, de modo que son pobres embajadores ante otros. Pero ésta no es la única razón.
Nos estamos convirtiendo en una iglesia donde la sanidad del dolor (no el perdón de pecados) se ha tornado en nuestra mayor necesidad. Una consecuencia de exaltar el dolor más allá de los límites bíblicos es que nuestro problema de dolor se vuelve más grande que nuestro problema de pecado. Enmendamos nuestra teología para decir que el dolor es en realidad la causa del pecado. ¿Pero es esto lo que dice Dios? ¿Es verdad que el dolor precede al pecado? Por cierto que a menudo parece que así fuera. La mayoría de los que están en medio de amargos desacuerdos matrimoniales dirían que el dolor y la desilusión son la razón de su pecado. Pero aparecen grandes problemas si otorgamos al sufrimiento un status de primer orden. Bíblicamente, el pecado nunca puede reducirse al dolor ni puede explicarse por el dolor. El pecado es pecado. La causa del pecado no reside en las acciones de otra persona ni en nuestro deseo de protegernos de más dolor. Sólo hallaremos el culpable en el hecho de que hemos quebrantado la ley. Otros, por cierto, nos causan dolor; pero este dolor nunca puede llevarnos al pecado o a no amar a otros.
Creer que el dolor es lo que causa nuestro pecado y que el alivio del dolor es realmente nuestra mayor necesidad, tiene implicaciones dramáticas. En primer lugar, el pecado ya no es «errar al blanco» sino es reducido a autoprotección; es decir, nuestro «pecado» sería protegernos de más dolor. Esto deja de lado la naturaleza ...

Continuar leyendo