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El consejero bíblico


¿Exaltar el dolor? ¿Ignorarlo? parte 2 / Continuación

... supuesto que hay advertencias. Dios nos advierte en cuanto a ser farisaicos en nuestros juicios. El nos dice que el pecado de otras personas no puede ser una excusa para nuestra propia desobediencia o falta de amor. Además, reitera que sólo Él es juez, y que nosotros debemos confiar en sus juicios y por lo tanto no debemos pagar mal por mal.
Otra palabra de advertencia es que los «otros» no son la única causa del sufrimiento. Hay también otros lugares que debemos considerar
Yo. Otra respuesta obvia es yo. Yo sufro porque pequé. Yo estoy embarazada sin haberme casado porque abandoné los mandamientos de Dios y la protección que ofrecían. Mis hijos me han dejado porque en forma constante yo los provoqué y los traté con dureza. Yo estoy enfermo físicamente en razón de mis celos constantes. Mi novia me dejó por mis arranques de ira. Yo tengo enfisema porque fumé dos paquetes de cigarrillos por día durante 40 años. Yo perdí mi trabajo porque fui descubierto mientras hurtaba a mi empleador. Yo soy pobre porque he sido un holgazán.
El aliento que hay en este tipo de sufrimiento es que hay esperanza de cambiar. Dios no sólo nos ofrece perdón de pecados en Cristo, sino que también nos da el poder para rechazar el pecado. ¡Podemos cambiar! No tenemos que estar plagados de enojo pecaminoso, codicia sexual, mentiras, esclavitud a adicciones y holgazanería. Hemos recibido el Espíritu de poder que nos da gracia para un continuo crecimiento en la gracia.
Estas advertencias en cuanto al sufrimiento causado por «mí» resultan familiares. Si no hay una relación obvia entre el pecado de una persona y su sufrimiento, debemos ser cuidadosos de no dar por sentado que hay relación.
Adán. Una tercera causa del sufrimiento es Adán y la maldición. Aunque participamos en el pecado de Adán (Romanos 5), fue Adán mismo quien pecó y produjo miseria y muerte a toda su descendencia. En razón de su pecado nosotros experimentamos la maldición sobre toda la creación. Como resultado, hay accidentes, enfermedad y debilidad física, pérdida de seres queridos y luchas duras.
Ésta puede ser la causa más frustrante del sufrimiento. Es como si la culpa no fuera de nadie. No hay nadie con quien reconciliarse, nadie para perdonar ni tampoco seguridad de cambio. En realidad, los medicamentos pueden hacer retroceder temporariamente algunos de los efectos del pecado de Adán, pero los beneficios parecen superficiales y temporales. Y aquí se encuentra su principal exhortación ...

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