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El consejero bíblico


Diez características distintivas de la Biblia 2/3 / Continuación

... lo que precede y todo lo que sigue.

Así es en cuanto a la Biblia. Cada parte ?sea una sola frase, sea una sección entera ?se tiene que interpretar con referencia a otras partes. Esto subraya la importancia de comparar un texto dado con otros a fin de llegar a interpretaciones bien equilibradas.

Al considerar el tema extenso de la tierra prometida, vemos que tiene en las Escrituras tres rasgos. Son distintos pero complementarios. Si creemos que la Biblia es autointerpretativa y queremos evitar patinazos, hemos de tener en cuenta los tres rasgos. ¿Cuáles son?

Primero, Dios prometió a Abraham darle a él y a sus descendientes la tierra en la que vivía (Génesis 12:7, 13:14-17, 15:7, 18-21, 17:8). Estos pasajes hacen pensar que Abraham y sus descendientes físicos iban a poseer para siempre el «título de propiedad» de aquel territorio que después vino a llamarse Israel.

En segundo lugar, y pese a lo prometido en el libro de Génesis, Dios dijo a los descendientes de Abraham: «la tierra mía es; pues vosotros forasteros y extranjeros sois para conmigo? Guardad, pues, vosotros mis estatutos y mis ordenanzas, y no hagáis ninguna de estas abominaciones? no sea que la tierra os vomite por haberla contaminado, como vomitó a la nación que la habitó antes de vosotros» (Levítico 25:23, 18:26, 28). ¡Lenguaje fuerte! Indica, sin dejar lugar a dudas, que existía la posibilidad de que se expulsasen los inquilinos de la tierra de Dios.

En tercer lugar, el Nuevo Testamento nos enseña de qué manera Abraham mismo (así como Isaac y Jacob) interpretó y aplicó la promesa divina. Reconoció que «habitó como extranjero en la tierra prometida como en tierra ajena»; y por tanto anhelaba «una mejor, esto es, celestial» (Hebreos 11:9,16). A fin de cuentas, la tierra física no tenía mucha importancia a los ojos de Abraham. Seguramente le habría sorprendido ver cuán importante es para tantos creyentes del siglo XX.

De alguna manera, hemos de dar cabida a todos estos trozos del rompecabezas, y otros muchos tocante al mismo tema. No tenemos el derecho de omitir ninguno de los textos relevantes. Reunir todos los datos y colocarlos correctamente es un trabajo considerable. Pero no hay más remedio si deseamos llegar a conclusiones acertadas.

No existen atajos en esta disciplina. Sí, es una disciplina. El fundamento para ella, que con frecuencia se pasa por alto, es simplemente la lectura continua de la Biblia, preferentemente ...

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