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El consejero bíblico


Diez características distintivas de la Biblia 3/3 / Continuación

... tronco del árbol bíblico es el reino de Dios. Esta expresión se ha de entender en términos puramente espirituales. En lo esencial, significa el dominio de Dios hecho visible en el mundo. Tal dominio se manifiesta por evidencias concretas en vidas humanas. Hay que distinguirlo de la soberanía de Dios, que es más bien invisible y que por tanto se acepta por la fe a base de lo enseñado en las Escrituras.

El concepto del reino de Dios es la goma que pega toda la revelación divina en una unidad orgánica, desde el dominio del Creador en Edén por medio de sus instrucciones específicas (Génesis 2:16-17) hasta aquel momento en el que los reinos del mundo vengan a ser «de nuestro Señor y de su Cristo; y él reinará por los siglos de los siglos» (Apocalipsis 11:15).
Al crecer el árbol bíblico, aparecen continuamente nuevas ramas. Estas muestran de algún modo e1 desarrollo del reino de Dios en el mundo. Las ramas más significativas son las que están relacionadas con cuatro figuras claves ? Abraham, Moisés, David, Cristo ? y los pactos que hizo Dios con o por medio de ellos (Génesis 12:1-3; Éxodo 20-24; 2 S. 7, Salmo 89:3-4, 34-37; Lucas 22:20, Hebreos 9:11-15). Estos pactos representan distintas fases del plan divino de la salvación.

Si examinamos una bellota o un pimpollo, no podemos pronosticar exactamente cómo será el árbol maduro. Asimismo no es posible adivinar cómo terminará el reino de Dios leyendo (por ejemplo) la historia de Noé o de Moisés. Es preciso leer todo lo que sigue para entender correctamente lo tocante a Noé y Moisés a la luz de la revelación completa.

El crecimiento que se ve en el Antiguo Testamento continúa en el Nuevo Testamento. Además, el árbol no llega a la madurez en los cuatro evangelios. Sigue creciendo en él resto del Nuevo Testamento ?especialmente en las cartas, que representan la cumbre teológica de la revelación divina. Por este motivo, las cartas son de importancia primordial si queremos entender la Biblia en su conjunto.

«Pedid por la paz de Jerusalén», dice el salmista (Salmo 122:6). «Traed todos los diezmos al alfolí», dice el profeta (Malaquías 3:10). ¿El Nuevo Testamento arroja luz sobre el significado de Jerusalén y nuestro uso del dinero, para que sepamos interpretar acertadamente estas exhortaciones del Antiguo Testamento?

En la Sección III de nuestro estudio contestaremos esta pregunta y algunas más en relación a Jerusalén y el diezmo. Nos ocuparemos de estas dos cuestiones ...

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