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El consejero bíblico


Aconsejando en el dolor / Continuación

... muerto vivirá; y el que vive y cree en mí nunca morirá" (Jn. 11:25)? ¿Hay una existencia real más allá de esta vida, una existencia conocida como el cielo? ¿Realmente Dios perdona pecados y acepta pecadores? ¿Tenemos una esperanza en Jesucristo más allá de esta vida?
La inequívoca respuesta del Nuevo Testamento a todas estas preguntas es un rotundo sí. El ministro cristiano puede transmitir esta esperanza con bases firmes. El evangelio de Jesucristo es el vendaje que envuelve las heridas del dolor, y la presencia del Espíritu Santo es el bálsamo que cura y reconforta los nervios destrozados.
PRINCIPIO III
Aceptar la validez del proceso de dolor.
¿Está mal el dolor de un cristiano? ¿Son las lágrimas una contradicción de la fe? ¿Debe la fe erradicar las lágrimas?
Los salmistas frecuentemente lloraban durante su dolor. En el Nuevo Testamento, después de que Esteban fue apedreado, se nos dice que "hombres devotos acarrearon a Esteban a su entierro e hicieron lamentaciones sobre él" (Hch. 8:2). Aun poco tiempo después de la resurrección de Jesús, los primeros cristianos lloraron profundamente la pérdida de Esteban. En 1 Ts. 4:13-18 tenemos la enseñanza equilibrada de la iglesia primitiva, que dice "duélanse, pero no como los que no tienen esperanza".
Ya sea que el dolor venga por muerte, abandono del hogar, falta de afecto, o divorcio, las lágrimas son naturales. Trágicamente, algunos cristianos devotos creen que el dolor es inapropiado para quienes creen en la resurrección.
El intento de negar la realidad del dolor es terriblemente destructivo. Cualquiera que desee ministrar a aquellos que se duelen, debe seguir el mandato bíblico "llorad con aquellos que lloran" (Ro. 12:15), y soportar pacientemente el llanto de quienes desean enfrentar el nuevo vacío en sus vidas.
PRINCIPIO IV
Estar seguro de que haya alguien cuando se necesite.
La pregunta de quienes visitan a aquellos que sufren es "¿Qué decir?" Pero las palabras no son tan importantes como el hecho de estar allí. Un simple abrazo y las palabras "lo siento" o "te quiero mucho" quizás sean lo único que se necesite decir. Es importante, para el que sufre, sentir que está rodeado de gente a quien le importa lo que le está sucediendo, gente dispuesta a tender una mano.
PRINCIPIO V
Dar la oportunidad, al que sufre, de hablar sobre el ser querido que ha perdido.
Caleidoscopios de memorias y emociones aparecen de repente en la mente del dolido, ...

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