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El consejero bíblico


Manteniendo la pureza / Continuación

... sobre nosotros. La sutileza de esa influencia, ya sea de la cultura o del ambiente, es que termina absorbiéndonos para sus prioridades. Y si no tomamos las debidas precauciones, sucede con nosotros lo que Malcolm Mugridge ilustró: Algunas ranas puestas en una olla con agua que esté sobre una llama de fuego, juegan normalmente, sin percibir el calentamiento lento y constante del agua, hasta que mueren. Podemos estar «quemándonos vivos» si no tomamos cuidado para que el «mundo» no nos mate lentamente.

¿Qué decir de los «campos minados» en sí mismos?

(1) El primero de ellos es la embriaguez del poder la fascinación por controlar, como sucedió con el rey Saúl, cuando el Espíritu de Dios le había dejado, y él insistió en mantener la soberanía sobre Israel. Por increíble que parezca, ese es un «campo minado» para los siervos de Dios. A veces se trata de un largo pastorado, o una iglesia «que yo comencé» , o una congregación que creció bastante porque Dios escogió usarme y ahora aprendí tomarle el gusto al control. La cultura moderna está embriagada por el poder -hasta en el léxico cristiano se habla de «encuentros de poder», «evangelismo de poder». Todo parece conducirnos en dirección a ese campo minado. Bueno sería que nos preguntáramos si estamos detrás del poder para hacer alguna cosa grande a fin de honrar a Jesucristo, nuestro Señor, o si lo estamos para ser grandes, tener el poder en las manos y ser aclamados por los demás.

(2) Un segundo «campo minado» es la manía del dinero. Lord Hallifax dijo: «Aquel que cree que el dinero todo lo puede, cae bajo sospecha de hacer todo por dinero». Así fue con Balaam, que se comportó vergonzosamente con Israel porque «amó el premio de la maldad» (2 P. 2:15), y con Simón el mago, que pensó que podía comprar el poder del Espíritu Santo con dinero (Hch. 8:9-24). Pregúntese: ¿Cuánto dinero de otros pasa por mis manos sin que otras personas lo sepan? Sea duro consigo mismo en ese asunto. ¡Puedo garantizar que no es legalismo!

(3) El tercer «campo minado» es aquel en el que deseamos concentrar nuestra atención en este artículo: la codicia sexual. Fue el pecado de David, e infelizmente ha sido el pecado de tantos colegas nuestros. Observe cómo el propio David fue imprudente, facilitando las cosas para Satanás: «en el tiempo que salen los reyes a la guerra... se levantó David de su lecho y se paseaba sobre el terrado de la casa real...» (2 S. 11:1 2). En lugar de estar «en la ...

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