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El consejero bíblico


Escollos a evitar en el uso de la Biblia / Continuación

... definida entre corazón, mente y conciencia. (Obsérvese cómo Pablo agrupa todos ellos en Romanos 2:15).
Como quiera que lo expresemos, nos plantea la cuestión del formalismo. Somos víctimas del formalismo si la Palabra de Dios no afecta nuestra manera de vivir al desafiar la mente, el corazón y la conciencia. ¿Qué es la Biblia? ¿Resulta ser en la práctica un libro de texto cualquiera? ¿Ha dejado de ser para ti la Palabra viviente del Dios viviente?
La raíz del formalismo es a menudo una actitud rebelde del corazón y una mente insumisa, que producen una conciencia embotada. El único remedio es permitir que la Biblia nos domine corrigiendo tanto nuestra actitud como nuestro pensar.

4. Superstición
¿Son supersticiosos los evangélicos cuando manejan la Biblia? Algunos, sí. Quizá la mayoría, al menos de vez en cuando.
La superstición se manifiesta si se lee la Biblia como si fuese un libro mágico. Puede ser, por ejemplo, que la lectura devocional de hoy «me indique claramente», como por encanto, el camino a seguir ante una decisión importante. O tal vez busco la solución de un problema abriendo la Palabra de Dios al azar y ?vaya milagro? el primer versículo que leo me lo resuelve.
¿Y si el versículo escogido al azar fuese: Judas «se ahorcó» (Mt. 27.5)? ¿Y si luego, descartando esto como absurdo, me posara sobre: «Ve, y haz tú lo mismo» (Lc. 10:37)? Aprendamos que el Señor no nos habla normalmente de esta forma. La Biblia no es una cantera de pensamientos de oro que se pueden extraer según la necesidad del momento.
Analicémoslo un poco más. Mi preocupación por el problema o por la decisión que tengo que tomar puede predisponerme a ver lo que quiero ver en la Biblia No es entonces la voz de Dios sino una trampa psicológica. ¡Y esta trampa me ahorra la labor de sopesar todos los factores para llegar a una conclusión racional!
Si este enfoque merece la designación de «supersticioso» en el contexto religioso, se puede calificar de «existencialista» desde el punto de vista filosófico. Esto significa que la Biblia no es en sí la Palabra de Dios. Más bien contiene la Palabra de Dios. Es decir, viene a ser la Palabra de Dios para mí personalmente en una situación dada.
Huelga decir que las Escrituras pierden así su objetividad. Yo mismo determino subjetivamente cuándo y en qué circunstancias Dios me habla. Además, el significado del texto bíblico es una creación mía, derivada de esas circunstancias. Lo que debo ...

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