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El consejero bíblico


Casta / Continuación

... me demuestran que no soy casta. Aunque yo diga «no era yo en esa cama» «yo solo estaba observando la película o leyendo el libro». Déjame recordarte la declaración que Jesús hizo (cambiando el sexo) «cualquiera que mira a un hombre para codiciarlo, ya adulteró con él en su corazón» (Mt. 5:28). Somos responsables de lo que vemos. Mirando o leyendo con desenfreno es participar de ello, y la consecuencia es llenar nuestra mente con pensamientos impuros. Si yo admiro la forma inmoral que algunas mujeres se visten y comportan, estoy permitiendo ser influenciada a ser no casta.

¿Cuáles son los factores que pueden contribuir a que yo sea vulnerable a la impureza en mi vida? El factor principal puede ser tan simple como permitir que mi mente piense en otros hombres en formas que debería pensar sólo sobre mi esposo. El segundo ingrediente es el descontento. Si yo observo programas inmorales o leo sobre esposos muy cariñosos, preocupados, alegres, perspicaces y guapos, puedo llegar a estar descontenta con mi esposo. Se hace más fácil criticarlo, no mostrarle respeto lo que se dice deshonrar a mi esposo. Este descontento me puede hacer llegar al adulterio en mi corazón, imaginándome a mí misma con otros hombres. Es muy fácil caer en esos pensamientos cuando no estamos protegiendo nuestra mente de malas influencias. El segundo es dejarse dominar por el rencor y no perdonar, lo cual lleva a la amargura. Una mujer amargada es un blanco fácil para el adulterio.

La pérdida de la castidad puede venir en formas muy sutiles. Cualquier mujer que va por consejería con el pastor u otro hombre compasivo a solas, está dando lugar a una situación peligrosa. Aun la mujer que está involucrada en el ministerio con otro hombre y está pasando tiempo a solas con él puede estarse preparando a caer. Desarrollan una unión al resolver problemas juntos. Conforme hablan llegan a desarrollar un afecto del uno por el otro. No muy tarde ella se pregunta «¿cómo he llegado a esta relación impura?» Ella estaba débil y sin protección, y no reconoció las señales de peligro hasta que ya era demasiado tarde.

Mi pastor una vez dijo: «Ay del hombre que tiene que aprender principios en medio de una crisis». Jaime y yo nos hemos trazado unas reglas a seguir para mantenernos alejados de situaciones peligrosas. Los dos tratamos de evitar situaciones donde tengamos que estar a solas con personas del sexo opuesto. Si por ejemplo, tenemos un hombre hospedado ...

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