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El consejero bíblico


La disciplina del dinero / Continuación

... más de siete años. Al final de ese período se debían perdonar. Seguramente usted se podrá imaginar las precauciones que tomaba el prestamista para asegurarse de que el deudor estaba en condiciones de pagarle. No es así con los bancos de hoy, que junto con las compañías de crédito prestan dinero a gente que jamás debería recibir un préstamo, y en el Japón ahora las hipotecas se hacen hasta por ¡dos generaciones!
El cristiano, entonces, debería pagar sus deudas lo antes posible.
3. Lo que se pide prestado se debe devolver.
El apóstol Pablo declara: «Pagad a todos lo que debéis...» (Ro. 13:7). Ese es un principio eterno y transcultural de la Palabra de Dios. Era verdad en Roma hace dos mil años y es verdad en nuestros países en el día de hoy. Si usted se comprometió con alguien a pagarle algún dinero, ésa fue su palabra. Su palabra representa su honor y el honor de Dios porque usted es hijo o hija de Dios.
Por esa razón el concepto de bancarrota no existe para el creyente. En un caso extremo (y como último recurso), es justo que el cristiano use un recurso legal como ése para protegerse del asedio de sus acreedores. Pero es inmoral la transferencia de bienes para evitar pagar deudas. Cada una de las deudas adquiridas, eventualmente se deben pagar... ¡aunque nos lleve el resto de la vida hacerlo!
No importa lo que diga la ley del país. La Palabra de Dios, que es superior, nos dice que nuestro «sí» debe ser «sí» y nuestro «no», debe ser «no»; y que es mejor no hacer una promesa, que hacerla y no cumplirla (Ec. 5:5).
4. Sólo deberíamos pedir prestado si tenemos la certeza de que podemos pagar.
Sólo deberíamos pedir prestado si nuestro «activo» es mayor que nuestro «pasivo». Este principio se hace claro en la compra de un auto «cero kilómetro». Ni bien llevamos el auto fuera de la concesionaria, ya perdió un buen porcentaje de su valor. Si luego de un par de meses tenemos problemas económicos y lo queremos vender, ¡el dinero que recibiremos por él no alcanzará a pagar la deuda original! Nuestro pasivo (deuda) es más alto que nuestro activo (dinero que puedo recibir por el auto).
En el caso del auto (o de una casa), podríamos poner la suficiente cantidad de dinero de «enganche» para que, de esa manera, pidamos prestado una cantidad menor que el valor del auto en el mercado del «usado». También podríamos usar otra propiedad colateral para mejorar la situación de nuestro activo. Pero ése es tema para otro «sermón».

Andrés ...

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