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El consejero bíblico


Bienaventurados los que lloran

Por Dr. Jaime Mirón
Cristo declara que felices son los que lloran algo que a primera vista pareciera una contradicción. Pero al meditar sobre este pasaje uno llega a la conclusión de que no solamente no son incompatibles, sino que además es la receta divina para la felicidad.

Empecemos con la palabra "llorar". En el Nuevo Testamento existen 9 palabras diferentes para expresar tristeza. La palabra que Jesús emplea en Mateo 5:4 es la más fuerte de las nueve. Expresa el lamento de un corazón quebrantado. Pocas veces lo experimentamos, o mejor dicho para muchos a menudo no nos permitimos experimentar esta clase de tristeza.

Sin embargo, Jesús no promete consolar toda tristeza sino la tristeza que es apropiada, la que está de acuerdo a la situación y "es según la voluntad de Dios" (2ª Corintios 7:10). Por lo tanto, valiéndonos de la terminología de Pablo en este versículo es propio dividir la tristeza en dos categorías.


TRISTEZA SEGÚN LA VOLUNTAD DE DIOS TRISTEZA DEL MUNDO
1. Causará dolor Causará dolor
2. El dolor no es permanente El dolor puede ser permanente
3. Conduce al arrepentimiento (cambio) Sin solución
4. No causará daño Perjudica - deja cicatrices o amargura
5. No deja pena (pesar) Deja pena y conduce a la muerte

¿Quiénes, entonces, son los consolados (con tristeza bíblica) y quiénes los no consolados (con quebranto del mundo)? Principiemos con los no consolados, quienes lloran pero no según la voluntad de Dios. Estos no recibirán consolación por ese llanto pues

(a) Lloran por cosas frívolas o superficiales. Todos hemos conocido personas que se entristecen porque por ejemplo, perdió su equipo favorito. Es lícito apenarse, pero no esperar consolación de Dios.

(b) Lloran por no haber podido satisfacer un profundo deseo, como en el caso de Amnón, que hasta se enfermó y lloró por desear sexualmente a Tamar (2 Samuel 13), o el rey Acab, que se entristeció por no poder conseguir la viña de Nabot (1 Reyes 21:4).

(c) Llorar por las consecuencias del pecado, no por el pecado en sí. Se puede entender el caso de Judas al estudiar la palabra "arrepentimiento" (Mateo 27:3 RV) en el griego. La idea es que no se arrepintió según la Biblia, sino que sintió remordimientos por las consecuencias de lo que hizo (véase también Proverbios 5:11-12).

(d) Llorar creyendo que al hacerlo se puede conquistar el favor de Dios. Es común no sólo en el ...

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