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El consejero bíblico


¡Decisiones! / Continuación

... Él siempre quiere lo mejor para nuestra vida

Si queremos transformar el mundo, primero tenemos que experimentar la revolución interior y traspasar el mando de nuestra vida a Jesucristo, el Señor. Ningún cristiano puede lograr algo sin obediencia a Jesús.


DECISIÓN Nº 2: ¡Apasionados por Jesucristo!

?Vayan, pues, a las gentes de todas las naciones, y háganlas mis discípulos; bautícenlas en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, y enséñenles a obedecer todo lo que les he mandado a ustedes. Por mi parte, yo estaré con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo?. (Mateo 28.19-20)


Hace un tiempo leí algo que me fascinó: Justo González, destacado historiador latinoamericano, escribió que a principios del año 400 d.C. muchos "monjes occidentales trataron de oponerse a las injusticias y crímenes de su tiempo. Símbolo de ellos es Telémaco, el monje que se lanzó a la arena en el circo romano y detuvo un combate de gladiadores. La multitud enfurecida y supuestamente cristiana, lo mató. Pero a partir de esa fecha, y en respuesta a la acción de Telémaco, los combates de gladiadores fueron prohibidos por el emperador Honorio".*

Al igual que entonces, en nuestro día también necesitamos actuar con hechos que produzcan cambios profundos y duraderos. Ya sea que estemos al mando de una nación o simplemente seamos un número más para las estadísticas, como hijos de Dios somos responsables de la transformación de nuestra generación.

Refiriéndose a la pasión por Jesucristo y la evangelización, alguien dijo hace algún tiempo: -?Me dices que sí, que quieres. Bien, pero ¿quieres como un avaro quiere su oro, como una madre quiere a su hijo, como un ambicioso quiere los honores o como un pobrecito sensual su placer? ¿No? Entonces no quieres?.

¡Vivamos apasionados por Jesús, en santidad y búsqueda del Señor!


DECISIÓN Nº 3: ¡Sanos y libres!

?Por eso, nosotros, teniendo a nuestro alrededor tantas personas que han demostrado su fe, dejemos a un lado todo lo que nos estorba y el pecado que nos enreda, y corramos con fortaleza la carrera que tenemos por delante?. (Hebreos 12.1)


Cuando era chico me lastimé muchas veces. Es más, ¡era el campeón de los golpes, moretones y lastimaduras! Apretarme los dedos entre dos asientos, herirme la frente contra la acera por salir corriendo distraído, clavarme una astilla en la mano, lastimarme la cabeza con ...

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