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El consejero bíblico


Riesgos específicos del liderazgo / Continuación

... de nuestro corazón.

Celos
Los celos son parientes cercanos del orgullo. La persona celosa es aprensiva y sospecha de los rivales. La tentación le vino a Moisés por medio de la lealtad de sus propios colegas.

Sin embargo, dos hombres, Eldad y Medad, se habían quedado en el campamento. Ellos estaban incluidos en la lista de los ancianos, pero no se presentaron en el tabernáculo. Aun así, el Espíritu también se posó sobre ellos y profetizaron allí en el campamento. Un joven corrió e le informó a Moisés: «¡Eldad y Medad están profetizando en el campamento!»
Entonces Josué hijo de Nun, que era ayudante de Moisés desde su juventud, protestó: «Moisés, mi señor, ¡detenlos» (Números 11:26-28 NTV).

Estos dos asistentes habían comenzado a profetizar, y los seguidores leales de Moisés estaban celosos en su nombre cuando ellos usurparon sus prerrogativas proféticas y desafiaron su prestigio.

Sin embargo, la envidia y los celos no eran parte de la naturaleza generosa del hombre que hablaba con Dios cara a cara. Tales asuntos podían ser confiados al Dios que le había llamado.

«Pero Moisés respondió: ?¿Estás celoso por mí? Ya quisiera que todos los del pueblo del SEÑOR fueran profetas y que el SEÑOR pusiera su Espíritu sobre todos» (Números 11:29 NTV).

El líder que es celoso de la gloria de Dios no debe preocuparse por su propio prestigio y sus derechos. Están seguros en las manos de Dios.

Popularidad
Siempre habrá quienes dan respeto fuera de lugar a sus líderes y consejeros espirituales y tendrán la tendencia de exaltar a uno sobre otro.

Esa práctica era común en Corinto y causó que Pablo escriba: «Cuando uno de ustedes dice: ?Yo soy seguidor de Pablo? y otro dice: ?Yo sigo a Apolos?, ¿no actúan igual que la gente del mundo? Después de todo, ¿quién es Apolos?, ¿quién es Pablo? Nosotros sólo somos siervos de Dios mediante los cuales ustedes creyeron la Buena Noticia. Cada uno de nosotros hizo el trabajo que el Señor nos encargó. Yo planté la semilla en sus corazones, y Apolos la regó, pero fue Dios quien la hizo crecer. No importa quién planta o quién riega, lo importante es que Dios hace crecer la semilla. El que planta y el que riega trabajan en conjunto con el mismo propósito. Y cada uno será recompensado por su propio arduo trabajo. Pues ambos somos trabajadores de Dios» (1 Corintios 3:4-9 NTV).

El respeto exagerado a los líderes de la iglesia es señal de inmadurez espiritual ...

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