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El consejero bíblico


Los beneficios de la pureza moral -parte 1 / Continuación

... sino que siempre están vinculados a otros pecados. Por ejemplo, antes de que una persona cometa un pecado sexual, lo hace en la mente numerosas veces y durante un tiempo extendido. La Biblia lo llama «lujuria» o «codicia sexual». Antes de que una persona cometa adulterio, se compromete a llevar una doble vida y ser mentiroso («Tuve que trabajar hasta tarde»; «Un compañero de trabajo usó mi teléfono, por eso los mensajes de texto»; «Él es solo un amigo»; etc.).

Acerca del pecado sexual, Pablo nos explica:

«[?] Ningún otro pecado afecta tanto el cuerpo como éste, porque la inmoralidad sexual es un pecado contra el propio cuerpo» (1 Corintios 6:18).

Todo pecado comienza en el ser interior, en el corazón y en la mente. Jesús dice:

«Pues de adentro, del corazón de la persona, salen los malos pensamientos, la inmoralidad sexual, el robo, el asesinato, el adulterio, la avaricia, la perversidad, el engaño, los deseos sensuales, la envidia, la calumnia, el orgullo y la necedad. Todas esas vilezas provienen de adentro; esas son las que los contaminan» (Marcos 7:21-23).

Sabiendo bien ese problema del ser humano, el libro de Proverbios advierte:

«Sobre todas las cosas cuida tu corazón, porque éste determina el rumbo de tu vida» (Proverbios 4:23).

El pecado sexual es placentero

Otro motivo por el cual que debemos «huir» es que el pecado sexual bien puede ser placentero. Tomen nota de lo que dice el libro de Hebreos: «[Moisés] Prefirió ser maltratado con el pueblo de Dios a disfrutar de los placeres momentáneos del pecado» (Hebreos 11:25). Dios hizo que el sexo fuera deleitable, pero dentro de los votos matrimoniales.

Siguen haciendo eco en mi mente las palabras de una chica cristiana soltera pero embarazada: «¿Cómo puede algo tan bello ser tan malo?». Hoy por hoy, está divorciada y es madre soltera.

El deseo sexual es muy fuerte

Hablemos con claridad, el deseo sexual es fuerte y, si lo alimentamos, ese deseo puede llegar a controlarnos. Semana tras semana escuchamos de los labios de jóvenes (y no tan jóvenes) que la tentación «puede más que yo». Dios explica el poder del pecado cuando le habla a Caín:

«[?] El pecado está a la puerta, al acecho y ansioso por controlarte; pero tú debes dominarlo y ser su amo» (Génesis 4:7).

La forma en que uno «domina» el pecado sexual es no estimularlo ni alimentarlo, andar en el poder del Espíritu Santo y huir de ...

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