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El consejero bíblico


Perspectiva cristiana para la resolución de conflictos / Continuación

... cuántos sabios consejos sobre la resolución de problemas y sobre la naturaleza humana hay en este libro de la Biblia. Por ejemplo, cuando me llamaron para ayudar en una disputa industrial, oré de antemano y vino a mi mente la Escritura que dice: «Echa fuera al escarnecedor y se terminará la contienda, y cesará el pleito y la afrenta» (Pr. 22:10). Eso era justamente lo que requería la situación, y una acción justa pero disciplinaria contra el alborotador produjo paz en el lugar de trabajo. Proverbios es una fuente inestimable de sabiduría que se ha confirmado y comprobado a través del tiempo.

5. Sepa cómo decir las cosas. Las palabras que se usan
son cruciales. «Manzana de oro con figuras de plata es la palabra dicha como conviene. Como zarcillo de oro y joyel de oro fino es el que reprende al sabio que tiene oído dócil. Como frío de nieve en tiempo de siega, así es el mensajero fiel a quienes lo envían, pues reconforta el alma de su señor» (Pr. 25:11-13).

Lo que usted diga debe ser claro, amable, cierto y apropiado. Hay un tiempo adecuado y una manera adecuada de decir las cosas, y uno lo aprende con la práctica y estudiando a la gente. Nunca mienta; nunca cree confusión; nunca olvide que le está hablando a otro ser humano que tiene sentimientos, y escoja con cuidado el momento y el lugar. La diferencia podrá ser enorme.

6. No use lenguaje emocional o compulsivo ni tampoco use palabras que parezcan jurídicas ya que lo harán parecer pomposo y dictatorial. Subyugue su deseo de decir las cosas a su manera y comuníquese de un modo claro y provechoso que produzca los resultados buscados en la negociación. Nunca amenace a otro creyente con iniciar una acción legal en tribunales seculares. Dice la Escritura: «¿Se atreve alguno de vosotros, cuando tiene algo contra otro, llevar el asunto ante los injustos y no delante de los santos? ¿No sabéis que los santos han de juzgar al mundo? Y si el mundo ha de ser juzgado por vosotros, ¿sois indignos de juzgar asuntos tan pequeños? ¿No sabéis que hemos de juzgar a los ángeles? ¿Cuánto más las cosas de esta vida? Si, pues, tenéis pleitos sobre asuntos de esta vida, ¿por qué ponéis, para juzgar, a los que son de menor estima en la iglesia? Para avergonzaros lo digo. Pues qué, ¿no hay entre vosotros ni uno solo que sea sabio para poder juzgar entre sus hermanos? Un hermano pleitea con otro hermano, ¡y lo hace ante los incrédulos! Ciertamente, ya es una falta en vosotros que tengáis pleitos ...

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